Capitulo 2

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Greta Rossi.

—Graciela quiere verte en su oficina—me avisa mi compañera de cuarto

—Okey

Salgo de mi habitación y me dirijo hacia la oficina de Graciela. Sentía el frío sudor recorrer mi espalda haciéndome temblar. Llevaba un día sin las pastillas que nos daban y ya comenzaba a sentir los primeros síntomas del Síndrome de Abstinencia.

Había tratado de dejar la droga, pero fue inevitable dejarla. Mi cuerpo la pedía cada vez más y sentía que las dosis que me administraban aquí no ayudaban. Quería más.

Entro a la oficina de Graciela y su mirada se posa en mi. Hace una mueca de desagrado y se acerca para tomar mi barbilla.

—Estas horrible —me escupe

—Necesito pastillas—le suplico

—Estas en tu día de suerte—sonrie—. Está noche un importante cliente vendrá y ha pagado una buena suma de dinero por ti. Más te vale que estés presentable para el.

—¿Me darás más pastillas?—pregunto

—Si—sonrie y camina hacia el escritorio. Abre la cajonera que estaba bajo llave y saca las pastillas. Me entrega dos. Sonrió al verlas.

Usualmente me daban una antes de ver al cliente y las otras dos me la daban cuando el servicio acababa.

—Las siguientes cuatro te las darán cuando acabe el servicio

Asiento mientras que me tomaba las pastillas tragandomelas sin problema. En cuestión de minutos empezaría a sentir los efectos de esta.

—Vete y arréglate

Salgo de la oficina para dirigirme hacia mi cuarto y arreglarme para esta noche. Me dirijo al cuarto de baño para darme una ducha.

Dejo que el agua relaje mis músculos, poco a poco el efecto de la droga empezó a ser presente. Cerré los ojos dejándome llevar por sus efectos.

Aveces, en mi estado de Abstinencia, me hacia la pregunta, ¿Por qué no escapar? La respuesta fue facil. Nadie querría una drogadicta bajo su techo y mucho menos una prostituta.

Me quedaba aquí por dos razones, porque si huía no tendría donde ir y porque también no podía dejar la droga. Lo había intentado pero fue en vano.

Mi vida estaba arruinada. Saldría de aquí cuando esté ya muerta o no sirva para seguir vendiendo mi cuerpo.

•••••••••

Raven Santoro

—No sabes cuánto te extrañe—me abraza Kira al verme entrar

—Y yo a ti—acaricio su espalda—. ¿Dónde está mi bella sobrina?

—Esta tomando su siesta—responde—pero Kay despertó hace unos minutos. Esta con mamá.

—¿Y tú esposo?—inquiero

—Hablando con papá—responde

Me acerco hacia donde está mamá con Kay. Mi sobrino frotaba sus ojos con pereza. El parecido que tenía con su padre era cada vez aumentaba más.

—Hola campeón—lo saludo y lo quito de los brazos de mamá—¿Estuvo buena esa siesta?

Kay solo frunce sus labios y estira sus brazos hacia mi hermana. Kira lo carga y este apoya su cabeza contra su hombro volviendo a cerrar sus ojos.

—Pense que te vería destruida—le digo a mi hermana—. Tener dos hijos es mucho

—Pues estás equivocado—sonrie tomando asiento aún lado de mamá—. Déjame decirte, que la maternidad me sienta muy bien. Hasta aveces creo que debí embarazarme mucho antes.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora