Capitulo 3

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Raven Santoro

Habia conversado con alguna que otra persona para poder saber de la trata de blancas. Solo había conseguido saber que estaban instalados aquí en Positano por más de un año y que actualmente han creado una droga la cual llaman "Submission".

Una droga la cual te hacia perder el control de tu cuerpo y te dejaba a la merced de los demás, por eso su nombre.

Le había llamado a papá cuando salí finalmente del local y le informe todo.

Ahora mismo conducía por la oscura autopista en dirección a mi edificio. Aflojó la corbata de mi camisa y desabotono el primer botón para sentirme un poco más cómodo. Siempre he odiado usar trajes, pero era mi obligación usarlos al ser el futuro Capo.

Veo a través del parabrisas como alguien cae al suelo y alcanzo a frenar para evitar atropellar lo que sea quien haya caído. Las ruedas del auto chirrían ante la frenada de golpe y derrapó un poco quedado en medio de la autopista.

Me bajo del auto con rapidez y me acerco hacia el cuerpo que estaba en el suelo. Un cabello castaño largo cubría el rostro de la mujer que casi pude matar. Me arrodilló frente a ella y quito los mechones de cabello de su rostro.

—Hey—sacudo su cuerpo pero no reacciona. Llevo mis dedos hacia su pulso y verifico que estuviera viva. Lo esta, pero su pulso era muy rápido. Parecía sufrir una taquicardia.

La muevo para cargarla y llevarla al auto, haría que el médico la revisara. Puedo notar que solo viste una chaqueta y estaba completamente desnuda. Su piel pálida y demacrada se hacía de notar, el como sus huesos se marcaban a través de las capas de piel.

La traslado al auto y la dejo en la parte trasera. Vuelvo a subirme al auto y empiezo a conducir mientras marcaba al médico.

—Señor Raven, ¿En qué lo puedo ayudar?

—Necesito que vayas a mi piso. Tengo una mujer insconciente y está sufriendo una taquicardia.

Estare ahí dentro de media hora

Cuelgo la llamada y miro por el espejo retrovisor a la mujer insconciente. Su pecho subía y bajaba confirmando que seguía respirando.

Veo como un hombre se interpone en la autopista y freno. Me bajo del auto y este se acerca rápidamente.

—¿Por qué estás en medio de la autopista?

—Disculpa—habla—. ¿Has visto una mujer de cabello castaño claro y delgada?

—No—miento—¿Por qué?

—Es mi hija. Estamos de paso por Positano y vinimos a esta motel para poder descansar, pero ha huido—responde y asiento lentamente.

Si la chica que hablaba era la misma que tenía yo en el auto, ¿Por qué estaría desnuda y tan demacrada? Era claro que esa mujer no era su hija.

—Deberias alertar a la policía—le digo y me encamino a mi auto

—Hare eso—sonaba molesto

Vuelvo a conducir alejándome del hombre que buscaba desesperado a la mujer que estaba insconciente en mi auto.

Casi veinticinco minutos después llegó a mi piso y aparco el auto. Cargo a la mujer y subo hasta mi departamento. Al entrar me encamino a la habitación y dejo a la mujer en la cama. Hago una mueca al verla solo con la chaqueta, así que busco en mi armario algo para ponerle.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora