10. La rueda de prensa

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—¿Por qué Tony está aquí?— Preguntó Rogers, mirando a Fury desde la esquina del lugar con el ceño ligeramente fruncido. Era inusual. Por lo general, solo él, y ocasionalmente algún otro, asistían a ese tipo de eventos. Stark nunca se interesaba en estas formalidades, y su presencia solo aumentaba la sensación de que algo fuera de lo común estaba ocurriendo.

—Tiene una noticia que dar.— Se limitó a decir Fury. —¿No te lo dijo?

—¿Decirme qué? — La paciencia del soldado parecía estarle pasando una mala jugada ese día.

Una de las asistentes alzó la voz, llamando la atención de todos y sacándolos de sus conversaciones. Indicó que era hora de acomodarse en sus lugares. Fury cortó su charla con Rogers y comenzó a buscar a las dos personas que compartirían con él la mesa principal.

La mesa ya estaba preparada con los lugares para cada invitado. Un técnico se inclinaba sobre ella, ajustando los micrófonos y asegurándose de que todo funcionara a la perfección.

Tony se ajustó el cuello de la camisa mientras su mirada recorría a las personas que se movían frenéticamente detrás del pequeño escenario, organizando cada detalle. Pepper, su asistente, se acercó y le pasó una botella de agua, que aceptó para aliviar la sequedad en su garganta.

Veinte minutos para la rueda de prensa. Notas listas, acuerdos listos, ropa lista.

—Muy bien. Primero empezaré dando anuncios generales. — Fury le hablaba mientras se ajustaba un pequeño auricular en el oído derecho, asegurándose de que estuviera bien colocado antes de continuar.

—¿Dónde está Charles?— Preguntó Stark, ignorando todo lo que Fury decía. Su mirada aun perdida en su al rededor.

—Debería estar aquí. Tal vez aún se está arreglando.

Tony lo recogió desde temprano en su casa. Conversaron y repitieron lo que tenían que decir a insistencia del telépata mientras conducía directo a la base. Solo lo perdió de vista cuando ambos se separaron para irse a arreglar.

¿Y si se había arrepentido? Tal vez las luces, las voces y los flashes lo habían agobiado. Debería pedirle a los demás que guardaran silencio, pero sabía que eso era prácticamente imposible.

—Faltan veinte minutos. — Tony miró su reloj nuevamente. —Dieciocho.— Se corrigió.

¿La presión habría sido demasiado para él? No, no. Charles podía manejarlo, ¿o no? Pero, ¿y si su mente se había agotado con todos los intentos de ayer al usar su poder? ¿Era eso siquiera posible? La duda lo golpeó mientras deseaba que el telépata realmente no se hubiera arrepentido de todo, no ahora que ambos se tenían que presentar.

Tony se desabrochó el primer botón de la camisa, intentando aliviar la presión en su pecho y facilitar su respiración. Necesitaba encontrarlo. Su mirada recorrió rápidamente el lugar, deteniéndose en la mesa principal. Desde la esquina, divisó las sillas vacías, la de él y, sobre todo, la de Charles.

—Charles, maldita sea. ¿Dónde te metiste?— Murmuró con preocupación, dejando que esta se reflejara en su mirada. Desde su posición, Pepper solo podía cruzar los dedos para que el telépata no lo dejara plantado. Con suavidad, posó una mano sobre el hombro de Tony, un gesto silencioso de apoyo que intentaba reconfortarlo en medio de la incertidumbre.

El hombre tomó su celular, marcando al mutante con la esperanza de que respondiera. Se tomó unos segundos y la llamada en espera hasta que un sonido de celular apareció a unos pasos de distancia, acercándose cada vez más y de pronto, una suave voz que solo Tony podía escuchar.

"Estoy aquí, estoy aquí. Calma."

Telepatía lista.

Los hombros del vengador se aligeraron al sentir esa presencia en su mente. Había olvidado lo reconfortante que resultaba la voz del telépata cuando se sumergía en su mente, trayendo consigo una calma que lo relajaba por completo. Fue un recuerdo fugaz de su amigo universitario, relajandole los nervios ante las grandes cargas de trabajo nocturnas, cuando ambos anochecían preparando sus proyectos y parecían no acabar.

OJO POR OJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora