16. Un reencuentro poco afortunado.

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Charles observaba al soldado con atención, desentrañando los secretos que se ocultaban en su interior: el miedo a lo desconocido, a proyectar una imagen equivocada, la lucha constante por entenderse a sí mismo y, más aún, la desconcertante incomprensión hacia Tony.

Podía percibir su arrepentimiento, los miedos que lo envolvían y el dolor que lo atravesaba al reconocer que, en su esfuerzo por mantener el orden, había fracasado. Era un hombre de otra época, luchando por encontrar su lugar en un mundo que avanzaba demasiado rápido para él.

Su empatía era demasiado fuerte. No justificaba las acciones del soldado, pero podía entender el peso que lo impulsó a hacerlas. Pensar, pensar y pensar para al final no llegar a la solución correcta.

Las palabras fluían de los labios del soldado con una facilidad que jamás imaginó alcanzar. Era la presencia telepática de Charles, como un ancla silenciosa, ofreciéndole un refugio donde pudiera desentrañar sus pensamientos, ordenándolos uno por uno con la calma que tanto le había faltado.

—Él me mostró esa imagen poco conocida por los demás y la boté.

—Comprender a alguien más siempre puede tener su propio grado de complejidad.

—Y usted lo comprendió, es por eso que se quedó con usted.— Dijo el soldado con un deje de dolor en sus palabras.

Demostré que intentaba comprenderlo.

—Realmente lo perdí todo.

Charles dejó escapar un suspiro mientras observaba al soldado, su pie balanceándose suavemente sobre su pierna cruzada mientras jugueteaba con el bolígrafo que descansaba en la mesa. Se retiró con delicadeza de la mente de Steve, evitando profundizar más en el dolor de la pérdida que lo envolvía.

—Pedir perdón es demostrar arrepentimiento. Podrías demostrarle algo al fin.

—Tony jamás me perdonará.

Steve no entendía cómo podía hablar tan abiertamente con quien ahora era el dueño de los besos de Tony. Debería sentirse incómodo, enojado o incluso avergonzado, pero, para su sorpresa, solo lo invadía una extraña y desconcertante calma.

El soldado tampoco comprendía cómo el profesor podía aconsejarlo con tanta empatía, a pesar de las circunstancias. Valoró profundamente su sentido de apoyo, incluso en una situación tan delicada. En ese momento, entendió por qué Tony había encontrado un refugio en él.

—Solo discúlpate y deja de actuar como un idiota.— Soltó Charles con una ligera sonrisa, girando el bolígrafo entre sus dedos con aire distraído.

Charles posó su vista en el objeto antes de desviar la atención, imaginando ya las palabras que Tony le diría después de recibir aquella disculpa. Ayudar indirectamente a su amigo le generaba una pequeña satisfacción, una calma que se reflejaba en su leve sonrisa.

—Gracias, profesor...

—Lo hago por Tony.— Dijo aclarándose un poco la garganta mientras miraba aún el bolígrafo.

En la medida de lo posible, evitaría cualquier pregunta adicional sobre las razones detrás de su ayuda. Se suponía que era el novio de Tony, y aquello rompía por completo los esquemas sobre lo que un novio haría.

Una llamada interrumpió la conversación. El mutante contestó de inmediato al ver que se trataba del mismo Tony Stark.

—¿Ya saliste? Fury nos esta esperando en su oficina.

—Tu ex controla el metal. Hubiera sido un dato interesante a considerar

—¿Qué?

—Que, desafortunadamente, mi armadura es de metal.

OJO POR OJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora