El acercamiento era tan fascinante como tortuoso. Reparar una relación rota requería paciencia y precisión, como si cada palabra y gesto fueran piezas de un delicado rompecabezas. Un solo error podría significar retroceder varios pasos o, peor aún, agrandar las grietas que ya existían. Steve lo sabía de primera mano; cada salida con Tony era un recordatorio de lo complicado que era reconstruir algo que había sido destrozado.
A veces, por más que lo intentaba, Steve no conseguía recuperar esas miradas íntimas que Tony solía dedicarle. Era frustrante, un recordatorio constante de lo que había perdido, aunque sabía que era lo justo después de todo lo ocurrido. Sin embargo, cada vez que escuchaba al hombre mencionar, casi siempre por accidente, a su actual pareja, sentía como si una daga se hundiera en su corazón, girando un poco más con cada palabra descuidada.
Después de que Steve le señalara a Tony cómo el nombre de Charles parecía repetirse en cada conversación, el vengador comenzó a evitar mencionarlo por completo. Inicialmente, Steve asumió que lo hacía para no incomodar la charla, pero pronto se dio cuenta de algo más. Había un gesto particular en el rostro de Tony, una pequeña mueca de auto-reprimenda, cada vez que el nombre del telépata se le escapaba involuntariamente. Era como si, en el fondo, Stark estuviera luchando con algo.
Era extraño ver a alguien evitar el nombre de su propia pareja.
Rogers no era el único intentando reparar lo roto. Erik Lehnsherr también estaba involucrado en su propia cruzada, ayudando en la renovación de la mansión mientras su orgullo lo golpeaba con fuerza en el pecho. Cada movimiento suyo, cada varilla de metal que ajustaba, era un recordatorio humillante de cómo pisoteaba sus propios ideales con tal de que Charles le concediera al menos una conversación.
Erik deseaba que, aunque fuera por un momento, Charles leyera accidentalmente su mente. Porque, sin importar lo que pudiera encontrar, sería mucho más claro y honesto que cualquier palabra que pudiera pronunciar. Eso jamás sucedía. Charles se mantenía tan firme en su negativa a involucrarse en la mente del alemán.
Lo había arruinado todo, era bastante claro. Sus palabras nunca lograban acertar en el blanco. Su forma tan descuidada de hablar le provocaba gestos de irritación a Charles, dedicándole miradas de regaño desde su lugar.
Mientras Steve y Erik intentaban reparar lo roto, Tony y Charles se dedicaban a renovar el futuro.
—¿Han planeado formalizar en matrimonio?—preguntó el hombre, cuyo micrófono era tan invasivo como su presencia.
Tony y Charles se encontraban caminando por las calles con un par de cosas para la decoración de la mansión. Fue inesperado encontrarse con un hombre que no paraba de seguirlos con intenciones de obtener algo para su foro.
—Lo siento, no tenemos tiempo para contestar sus preguntas.— Contestó Charles en un intento de deshacerse del hombre.
Habían salido de la tienda de pintura hace apenas unos minutos, pero desde entonces, aquel hombre no dejaba de seguirlos. La incomodidad de Charles era evidente en su mirada, mientras Tony apretaba los puños, claramente molesto por la situación. Ambos intercambiaron una rápida mirada, considerando sus opciones: deshacerse de él de alguna forma o directamente llamar a la seguridad de Fury.
—Solo unas preguntas y unas cuantas fotos.— Dijo el hombre, cuya cámara comenzaba a sacar uno que otro flash.
A diferencia de las celebridades, ellos no tenían guardaespaldas. Eran héroes, después de todo. La idea de contar con alguien protegiéndolos era casi ridícula, una broma para toda la humanidad.
Usualmente, los habitantes de la ciudad eran respetuosos con sus espacios, sin embargo, siempre existía la posibilidad de que algún insensato decidiera ignorarlos, empujando las fronteras con una terquedad que rozaba lo imprudente.
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OJO POR OJO
Fanfic¿Una relación falsa? Para Charles Xavier, la idea probablemente sonaba infantil, incluso absurda. Pero la propuesta tenía un tinte de intriga irresistible, especialmente viniendo de Tony Stark y su retorcida genialidad. Un plan calculado, casi diabó...