22. Extraño sentimiento

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La ciudad rebosaba del ajetreo habitual. Personas caminaban con prisa, absortas en sus propios asuntos, mientras los autos zumbaban sin descanso por las calles.

Entre la multitud, Steve y Tony avanzaban hacia un destino que ya era casi tradición: aquel restaurante de comida rápida que Tony frecuentaba. Lejos de ser un lugar cinco estrellas, pero perfecto para satisfacer los antojos del vengador con la eficiencia que solo un combo grasiento podía ofrecer.

—Entonces, Bruce me dijo que era el propulsor de energía lo que había fallado. —Tony caminaba con las manos en los bolsillos.

—Natasha se asustó al escuchar la pequeña explosión. —contestó Steve, caminando tranquilamente a su lado. —Corrió rápido al escucharlo.

Stark se entretenía observando a la gente a su alrededor, aunque no dejaba de pensar en lo mucho que hubiera preferido llegar en su auto. Claro, demasiado llamativo, según Rogers. El soldado, fiel a sus hábitos, insistía en caminar. "Otra de sus características sanas de anciano", pensó Tony con una sonrisa irónica.

—Significa que mañana estará estresado, aparta tus emparedados. —Tony sonrió con gesto irónico en el rostro.

Steve dejó salir una ligera sonrisa ante el comentario.

—Espero que le ayudes.

—Tengo qué. No querrás un gigante hombre verde y estresado por todo el taller. —respondió el vengador entre risas.

Era reconfortante recuperar ese lazo de amistad que alguna vez habían compartido. Sin embargo, para Tony, algo se sentía diferente, como si hubiera retrocedido en el tiempo. Era un salto incluso más allá de la peculiar dinámica que alguna vez tuvieron, directo a los días en que todo era simple. Sin expectativas, sin confusiones románticas, solo la camaradería pura de dos hombres. Una simple amistad.

Steve lo sabía, Tony había sido muy claro desde el principio: ninguna de aquellas salidas tenía la intención de revivir lo que alguna vez fueron en los rincones escondidos de la base. No buscaba regresar a esa dinámica rota, no. Cada encuentro era un esfuerzo por reconstruir la amistad que habían perdido. Porque cuando esa dinámica se quebró, no solo desaparecieron los gestos íntimos, sino también la base sólida que los había llevado hasta ahí.

—Adelante. —dijo Steve una vez que llegaron al local de comida, abriendo la puerta para darle entrada al hombre.

Tony entró tranquilamente, dirigiéndose a la mesa que siempre solían ocupar: la mesa contraria a la mesa donde comía habitualmente con Charles. Él fue quien lo eligió así.

—¿Qué comerás hoy? —preguntó Stark sin preocuparse de mirar el menú. Después de todo, siempre pedía lo mismo.

—Bueno, estaba pensando en pizza. Tal vez una ensalada...

—Yo quiero una hamburguesa.

—Como siempre. —mencionó el soldado mientras miraba el menú.

—Soy un hombre simple.

—¿Tú? ¿Simple? —Steve sonrió mientras lo miraba con un poco de ironía.

Stark rodó los ojos, jugando con el menú cerrado sobre la mesa. Una sonrisa traviesa se dibujó en su rostro. En cuanto la ensalada de Steve llegara a la mesa, no perdería la oportunidad de burlarse por su elección. De anciano jamás lo bajaría.

Un suave zumbido sacó a Stark de sus pensamientos. Al mirar la pantalla de su teléfono, notó un mensaje de Charles en las notificaciones.

"Saldré hoy con Erik".

La simplicidad del mensaje tenía un peso extraño que le hizo enderezarse en su silla, mientras su semblante se endurecía apenas perceptiblemente. Posiblemente, el telépata lo envió para mantenerlo al tanto, de la misma forma que el mutante se mantenía atento del teléfono por si Tony necesitaba ayuda con Steve.

OJO POR OJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora