26. La consecuencia de un beso

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Necesitaba un aumento. Era lo único en lo que podía pensar la mujer mientras observaba a su jefe, desparramado sobre el escritorio, como si el peso del mundo descansara sobre sus hombros. Le había llevado un café bien cargado con la esperanza de que eso lo mantuviera despierto, pero hasta ahora, lo único que Tony había hecho era dramatizar su miseria.

—Tony, los inversionistas llamaron. —Pepper movió suavemente su hombro en un intento de sacarlo de su trance—. Necesitan una respuesta.

—Diles que los despido, ahí está mi respuesta.

—No puedes despedir inversionistas, Tony. Es literalmente imposible.

—Pues deberíamos cambiar eso —murmuró, hundiendo aún más el rostro en sus brazos—. ¿Qué tan difícil sería?

Pepper suspiró. Definitivamente, necesitaba un aumento. No se cansaría de pensarlo. No cuando su jefe parecía un adicto al drama.

—¿Qué pasa contigo hoy?

El hombre permaneció en silencio, masajeándose la sien con movimientos circulares. La cara de fastidio hablaba por sí sola. Pepper esperó una respuesta, pero al ver que no llegaba, rodó los ojos y tomó su teléfono.

—Llamaré al profesor. No puedo seguir viendo tu rostro malhumorado.

—¡No! —exclamó Tony, arrebatándole el teléfono con rapidez—. No puedes.

El color casi desapareció de su rostro ante la simple idea. Y entonces, Pepper lo notó.

—¿Pasó algo con el profesor? —preguntó, frunciendo el ceño y comenzando a preocuparse—. ¿Pelearon? ¿Terminaron?

—Solo... tuvimos un problema.

La rubia dejó el teléfono a un lado, enfocando su total atención en su jefe. Tony vio la mirada inquisitiva y suspiró, sabiendo que no tenía escapatoria.

—Problemas personales, Pepper.

—Tus problemas personales dejan de ser personales cuando quieres despedir inversionistas, Tony.

El silencio en la oficina se hizo denso, mientras Tony continuaba jugando con el lapicero entre sus dedos, evitando la mirada de Pepper. La mujer lo observó detenidamente, sabiendo que estaba tratando de esconder algo. Ella conocía bien la manera en que Tony se cerraba cuando algo realmente le preocupaba.

—Creo que lo estropee

—Tony, ¿qué hiciste? —insistió Pepper, su tono más suave esta vez, reconociendo la dificultad del momento para él.

—Me dejé llevar un poco por un momento, eso es todo. —No quería contarle la historia detallada. Suficiente estresado estaba ya con pensar en el estado de Charles.

Pepper lo miró con escepticismo, cruzándose de brazos mientras inclinaba ligeramente la cabeza. Conocía a Tony lo suficiente como para saber que "un poco" jamás significaba realmente "poco".

—Bueno, entonces disculpate.

—Ya lo hice.

—¿Y entonces?

—No hemos hablado desde entonces.

La mujer había notado el extraño comportamiento de Tony desde hacía varios días. Nunca le dejó en claro qué estaba sucediendo, pero sabía con certeza que todo tenía que ver con Charles.

—Necesitan hablarlo. —sugirió Pepper.

—No sé cómo acercarme a él después de eso.

—Siempre encuentras la forma de invadir su espacio personal. —comentó con gracia.

OJO POR OJODonde viven las historias. Descúbrelo ahora