XLVI

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Subí a mi habitación luego de almorzar y me tumbe en mi cama para usar el móvil antes de hablar con los chicos de que haríamos está tarde. Apenas me había tumbado en la cama, escuché que alguien llamaba. Maldije a quien fuera

—¿Qué? —pregunté al abrir, encontrándome a Gavi apoyado en el marco de la puerta con las manos en los bolsillos.

—¿Podemos hablar? —dijo en voz baja, como si no quisiera que los demás le escucharan.

—¿Sobre qué? —pregunté, cruzándome de brazos.

—Sobre algo importante. Bueno, más o menos... —empezó, rascándose la nuca.

—Habla claro, Gavi.

—Vale, mira... Necesito que te hagas pasar por mi novia —soltó de golpe, y yo parpadeé, confundida.

—¿Qué?

—Es que le dije a mi madre que tenía novia, y ahora está esperando que se la presente. Y como tú estás aquí, pensé que podrías ayudarme. Es solo por un tiempo, hasta que se calme.

Le miré incrédula, intentando procesar lo que acababa de decirme.

—¿Me estás pidiendo que me haga pasar por tu novia delante de tu madre? —repetí lentamente, y él asintió, como si fuera lo más lógico del mundo.

—Exacto. No es gran cosa, solo tienes que fingir un poco... —añadió con una sonrisa nerviosa.

—¿Fingir un poco? Gavi, ¿te has golpeado la cabeza? —le respondí, alzando la voz.

—¡Por favor! Te lo estoy pidiendo como un favor. Solo esta vez. Un favor de amigos

—No. —Le miré directamente a los ojos, sin ceder.

—¿Por qué no? —preguntó, frustrado.

—Porque esto es ridículo. Además, ¿por qué me escoges a mí? Hay otras chicas por ahí.

—Porque tú eres la única que está aquí, y ya me caes...más o menos

—Pues busca a otra persona. Yo no me voy a meter en tus mentiras, Gavi. —Empujé la puerta suavemente para cerrarla, pero él seguía sin moverse.

—Alya, por favor...

Apenas cerré la puerta, escuché de nuevo los golpes. Resoplé, abriendo con más fuerza de la necesaria. Gavi seguía allí, con la mano levantada, dispuesto a seguir llamando.

—¿Qué quieres ahora? —le espeté, cruzándome de brazos.

—Escucha, Alya. Es en serio. Necesito que me ayudes —dijo con un tono más suave, casi suplicante.

—Ya te dije que no, Gavi. No me metas en tus líos.

—¡Es que no son líos! Solo... Mi madre está convencida de que tengo novia, y si se entera de que mentí, no me lo perdona en la vida.

—Pues te aguantas. Es tu problema por mentirle, no mío.

—Alya... —Se pasó la mano por el pelo, visiblemente nervioso—. ¿Tú sabes lo difícil que es lidiar con mi madre cuando se enfada? Es peor que enfrentarse a un defensa en pleno partido.

—Pues mira qué bien, porque yo no voy a jugar contigo. —Intenté cerrar la puerta otra vez, pero él volvió a detenerla.

—Vale, lo entiendo. No quieres hacerlo porque crees que es una tontería, pero... —Se detuvo, mirándome con ojos serios—. Es importante para mí.

—¿Para ti? —arqueé una ceja, sorprendida por el cambio de tono.

—Sí, para mí. —Suspiró, apoyándose en el marco—. Mira, sé que siempre estamos peleando y todo eso, pero en el fondo, sé que puedo confiar en ti. Y por eso te estoy pidiendo esto.

|| UNION EN EL CAMPO || pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora