|| UNION EN EL CAMPO || pablo Gavi

LXII

Alya de Jong||🐬📚

Ya habíamos aterrizado en Barcelona y estábamos en el aeropuerto esperando a que nos recogieran. Pedri y Gavi ya se habían largado con el hermano de Pepi, mientras que Balde y Ansu se llevaron a Pau y Héctor a la Masía, porque esos dos tenían que firmar unos papeles. Y ahí estaba yo, esperando a Frenkie con Zahir dormido en mis brazos.

Al rato, vi un Cupra acercarse. Caminé hacia el coche y le saludé con la mano antes de montar.

—¡Hola! —dije mientras colocaba a Zahir en su sillita.

—¡Tito Frenkieee! —gritó emocionado mi hermano al despertarse.

—¡Hola, peque! —le respondió Frenkie mirándole por el retrovisor—. ¿Qué tal lo habéis pasado?

—¡Genial! Ha sido increíble, ¡he visto pulpos! —soltó Zahir, todo contento.

—¿Y tú, Alya?

—Ha estado bien, pero ya quiero ver a mamá. ¿Verdad, Zahir?

—¡Claro! —dijo él animado.

Nos pusimos en marcha hacia casa de Frenkie, que es donde estaba mamá. Al llegar, la vi sentada en el sofá, mirando la tele con unas ojeras que parecía no haber dormido en semanas.

Zahir salió corriendo hacia ella y se tiró a sus brazos. Mamá lo abrazó fuerte, pero noté cómo una lágrima se le escapaba por la mejilla.

—¡Mamiiiiii!

—Mi pequeño, ¿cómo has estado?

—¡Genial, mami! ¿Puedo ir con Héctor a un parque de atracciones?

—Claro, peque, pero creo que Héctor tiene partido, así que será otro día.

—Valeep.

—Anda, ve afuera con la tita Mikky, que está en la piscina con los pies en el agua. De paso, saluda a tu prima.

Mikky estaba embarazada de 6 meses, con una nena esperando a salir

—¡Sí, sí, la primaaa! —gritó emocionado mientras corría hacia el patio.

Me senté junto a mamá en el sofá, notando algo raro en su mirada.

—¿Má? Anda, suéltalo ya, ¿qué pasa?

Ella me miró con los ojos llenos de lágrimas antes de soltarlo:

—Tu yaya Jesse... ha muerto —me dijo entre sollozos.

El mundo se detuvo en seco al escuchar esas palabras. Me quedé mirando a mi madre, como si lo que acababa de decir no fuera real, como si fuera un mal sueño del que estaba a punto de despertar.

—¿Qué? —susurré, sintiendo cómo el aire se me escapaba de los pulmones—. No, mamá... no puede ser...

Ella asintió lentamente, las lágrimas cayendo sin control por su rostro.

—Lo siento, hija. Pasó hace unos días, pero no quería arruinarte el viaje... Pensé que merecías disfrutar.

Mi corazón se encogió. Jesse, mi Yaya, había sido mi roca, mi refugio en los momentos difíciles. Y ahora... ya no estaba.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —pregunté, sintiendo una mezcla de tristeza y frustración.

—Porque estabas lejos, porque Zahir necesitaba que estuvieras tranquila y feliz... No quería que te sintieras impotente estando tan lejos.

Me llevé las manos a la cara, intentando contener las lágrimas, pero fue inútil. Mi pecho subía y bajaba rápidamente, como si mi cuerpo no pudiera procesar la noticia.