LVII

596 26 5
                                    

MARATON 5/5
•••••••••••••••••••••••••

Acomode unas últimas cositas en mi habitación y salí de allí hasta el final del pasillo donde se encuentra la habitación de Pablo

Plan: 1.despertarlo a golpes
         2.despertarlo como despierto a zahir
         3.despertarlo como despierto a zahir
           y sino despierta despertarlo a
           golpes

Ummmm me gusta la opción uno pero hoy quiero que s levanté de buen humor asi que....la 3

Gavi seguía en la cama, enterrado entre las sábanas como si fueran un refugio antinuclear. Me acerqué y me senté al borde del colchón, mirándolo con las cejas levantadas. Comencé a acariciarle la espalda con suavidad.

—Pablo... —susurré, intentando sonar amable.

—Mhm... —gruñó, sin siquiera moverse.

—Anda, despierta, que ya nos vamos.

Pero nada. Se acurrucó aún más, escondiendo la cabeza en la almohada. Suspiré con impaciencia y decidí cambiar de táctica. Cogí una almohada y se la estampé directamente en la cara.

—¡Pablo Martín, despierta ya! —dije casi gritando.

El tío pegó un bote que casi me hace reír, abriendo los ojos como platos y jadeando como si hubiera visto un fantasma.

—¿Qué pasa? —preguntó, todavía medio dormido y con el pelo más revuelto que de costumbre.

—Que ya nos vamos, dormilón.

—¿Pero tenías que despertarme así? —se quejó, pasándose las manos por la cara.

—Es que no te despertaste cuando te hablé suavito. —Le lancé una mirada, como diciendo "no me hagas repetirlo".

—Pues me sigues despertando suavito hasta que me despierte. —Se cruzó de brazos, fingiendo indignación.

—Mira, Pablo, contigo la paciencia es nula. —Dije levantándome mientras él me miraba con una sonrisa burlona.

—Venga, dame cinco minutos más, Husky...

—¡Cinco minutos más y nos vamos sin ti! —contesté desde la puerta.

Él soltó una carcajada y finalmente comenzó a levantarse, murmurando algo sobre lo mandona que soy.

Fui a mi habitación y cogí mi maleta bajando por las escaleras hasta que sentí a alguien agarrarla así que me gire

—¿Que haces?—le pregunté a gavi

—ayudarte—me respondió con una sonrisa

—para eso tendrías que desaparecer —dije yo bajando las gradas

Gavi soltó mi maleta justo en la puerta, junto con la suya, y sin decir nada más, se dio la vuelta para ir a la cocina. Lo seguí, frunciendo el ceño porque su actitud no me cuadraba.

—¿Estás bien?

—si

—¿Seguro? —insistí mientras caminaba detrás de él—. Te noto raro.

|| UNION EN EL CAMPO || pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora