|| UNION EN EL CAMPO || pablo Gavi

LXVIII

Capitulo dedicado a MSN555 gracias por siempre votar y comentar en los capítulos
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Alya de Jong||🐬📚

Eran las 20:00 y los chicos tenían que estar en sus habitaciones a las 21:30, así que en el grupo de "Casa Barcelona" decidimos bajar al área social del hotel. La verdad es que estaba muy bien montada: billar, la Play con el FIFA, cartas y más juegos de los que podríamos usar en una sola noche. Vamos, un paraíso para pasar el rato.

Yo estaba en la habitación de Sira, así que bajé con ella y justo nos encontramos con todos los chicos apiñados en el ascensor.

—Joder, aquí no entramos todos ni de coña —dije cruzándome de brazos en la puerta.

—Venga, que sí cabemos —insistió Ansu, haciéndonos un gesto para meternos.

Yo negué con la cabeza sin pensarlo dos veces y me di la vuelta para bajar por las escaleras. Sira, que no me iba a dejar sola en mis locuras, me siguió sin dudar.

Pero antes de que pudiera dar dos pasos, sentí cómo unas manos me agarraban de la cadera y me pegaban contra un cuerpo a los eu yo ahogue un grito . La barbilla de de esta persona aterrizó en mi hombro, dejándome inmóvil.

Escuché a todos partirse de risa mientras yo seguía en shock, medio colgando en los brazos de Pablo.

—Venga, Ferri, te toca ir por la tuya —soltó Balde entre risas.

En cuanto dijo eso, Ferran salió del ascensor como y, en menos de dos segundos, ya tenía a Sira en volandas, metiéndola dentro sin darle opción.

Yo aún estaba intentando procesar lo que había pasado cuando sentí unos labios chocar contra mi mejilla.

Me giré en seco, ahora sí reaccionando, y me encontré con Pablo mirándome con una sonrisa de lo más ladina. Sus manos seguían en mi cintura y, para mi desgracia, el ascensor estaba tan petado que no podía apartarme.

—¿Qué cojones te pasa? —le solté, dándole un golpecito en el pecho.

—¿Qué? —preguntó con total inocencia, mientras todos los demás nos miraban con interés.

—¿Por qué me agarras así de la nada? ¡Casi me da un infarto! —bufé, bajando la cabeza mientras los demás soltaban carcajadas.

Pablo se encogió de hombros y me abrazó por los hombros antes de dejar un beso en mi pelo.

—Perdón, ¿vale?

Bufé sin ganas y traté de alejarme, buscando una forma de salir del encierro humano en el que estaba metida. Pero antes de que pudiera hacer nada, Pablo me cogió de la mano, impidiéndomelo. Intenté soltarme, pero en ese momento alguien (no tengo ni idea de quién pero si me entero juro que lo mato) me empujó un poco.

Resultado: caí de lleno contra el pecho de Pablo.

Él, que claramente no se lo esperaba, perdió el equilibrio y terminó contra la pared del ascensor… conmigo aún pegada a él.

El problema no era solo eso.

Nuestras bocas estaban a centímetros de distancia.

—¡Beso, beso, beso! —empezaron a canturrear todos como si fueran niños de primaria.

Yo, más roja que un tomate, intenté incorporarme mientras negaba con la cabeza. Pero mi intento fue en vano porque Pablo, muerto de la vergüenza, decidió esconderse en mi cuello, soltando una risa ahogada.