En un rincón de la mancha,
en una mesa cualquiera,
un par de cafés y algunas botanas,
paredes de fotografías e historias,
estantes con libros en otros idiomas,
instantes.
Gente hermosa por doquier,
rock 'n roll en el ambiente,
y un saxo que casi no notabas.
Caras conocidas para mi,
y para ti pedazos de tu vida.
Historias aburridas que contarte,
y vino hervido de repente,
vino tinto como las pupilas en tus ojos,
vino caliente como tus manos,
vino suave como tu cabello,
exquisito como tu compañía,
Culminaste la última gota de ese reloj de uva,
y el tiempo no nos quiso esperar.
Las risas , la música , el baile de nuestros dedos,
se comieron la noche y te marchaste.
Allá afuera en las calles,
no había un cuerpo siquiera,
¡solo yo!
No había luna, ni astros,
ni rastros de un taxi,
ni sombras,
ni ruido,
solo frió en los huesos.
La ciudad dormida,
y un perro negro que lucía feliz,
aunque solo,
fue el espejo de este pobre diablo,
que se enamoró de la mejor de las estrellas.