La felicidad

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Me tiene podrido la felicidad de los demás, esa indolente costumbre de sonreír, me tienen podrido los perros del barrio que no aparecen, mi sombra que crece y muere farol a farol, el niño mendigo que me deja dos chupetes y se me roba el corazón; los ojos se rinden, se quieren cerrar, los talones duelen, el pecho también; me tiene podrido la felicidad de los demás, esa indolente costumbre de sonreír. ¿Es qué acaso todo el mundo está ciego?

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