Los vinos van y vienen
las preguntas se responden solas
tus ojos como lunas de vidrio
tus dedos calientes
tu piel la noche.
Tu calzoncito celeste
tu brassier imposible
tus uñas enterrándose
mis labios a punto de sangrar.
La ebriedad y el cansancio nos joden el palo
la madrugada y tu respiración en mi oído
y cómo rayos se te ocurre preguntarme "¿si te amo?"
No seas tan cruel, y date la vuelta
qué aún no te he besado la espalda.
¡Oh estrella! solo déjame sangrar sal, para curarme el alma.