Los juegos del azar,
la vida y su afán de sorprenderme siempre,
siempre, con la persona correcta,
en el tiempo equivocado.
Mis decisiones,
mi casi casualidad.
Planeado sutilmente,
en contra de mi voluntad.
un deseo reprimido
el karma, cobrándomelas a coincidencias.
Un ruido de cerrojo,
un auto azul,
una puerta abriéndose,
dos segundos se han contado,
¿Y yo?, a dos metros,
de la mejor de las casualidades,
a dos metros de asesinar las ganas,
de dos años de no verla.
Valla sorpresa un ángel de ropas cortas,
y con coro de trompetas,
una princesa ,su carruaje,
su castillo, el rey,
¿y yo? un plebeyo.
cabello casi huracán castaño,
casi mi cielo.
Cejas exactas al perfil de su mirada
pestañas perfectas reales.
Ojos grandes mirada predadora,
pupilas miel,
Labios rosa carmín,
boquita Strawberry.
Sus mejillas,
sexis comillas.
su piel blanca,
como la muerte,
sus lunares,
sonrojan la luna.
Sus hombros, sus brazos,
no tienen que envidiarle al universo.
Quién fuera explorador,
en la geografía de su cuerpo.
Quien fuera místico,
con su magia hacia el sur.
La niña no está,
su piel mudó la edad,
la pubertad en ella,
En ese par de tetas,
Su blusa celeste,
como otra piel ceñida a su ombligo
débil mirada la mía,
cayendo a propósito,
a sus piernas,
blancas como luna llena,
llenas de estrellas,
desnudas y vírgenes como Eva,
media vuelta y la tierra paró,
se detuvo un momento,
para verla por detrás,
¡Perfecta!.
Sus primeras palabras,
su sonrisa y su hechizo de hola,
arrancando de mi memoria,
allí de donde guardo lo mejor,
Un recuerdo de voz,
una dulzura inocente ,
despertándola en sensualidad.
¡incomodo momento!
no preferiría otro lugar.
Esa desconocida,
que conocí alguna vez,
que quizá ame,
que quizá aún,
que por siempre quizá,
¡que hoy no!
Como norte a norte en un imán,
ya no hay unión.
Aunque no lo niego,
sentí cosquillas en las tripas otra vez,
y algo duro en el pantalón,
¿no se ella?
pero yo cometería un par de veces
¡este error!
y por que no mil mas,
algún día quizá
alguna noche, por favor
pero hoy no.
No. Hoy no la conozco,
ni ella ami,
aunque siempre he sido,
el mismo flaco,
diablo y despeinado,
pero en ella,
la madurez de su carne,
el color de su voz,
como flauta dulce ya no.