Cuerdas y suicidas
El páramo y el Rocío
La altura y su viento helado
Los helechos y los arbustos le bailan al silbido de Efesto.
La ciudad no se ve tan grande desde aquí,
un pequeño incendio de luces nada más.
El trago, alcohol potable
La noche me mastica las tripas
El corazón brote de espinas que me inca en la carne
¡Duele! Los dedos apuntan a las sienes
Y suena un "bang bang"; los acordes siguen de largo,
no hay una sola lágrima, adentro todos estamos inundados.