La resaca, la noche, el ron y los tabacos
Los ojos como esquirlas de las botellas de cerveza que reviento contra el asfalto
Música de mierda entre risas mustias, tres venus mestizas; afuera llueve y aquí dentro el corazón se me quiere salir, el móvil muerto y yo en el limbo.
Náuseas premeditadas, ¿qué más se puede esperar del ron con pepsi?
Pandillas de perros callejeros, borrachos, delincuentes, putas tristes y cabareteras, poetas, maricones, todos en periferia de las licoreras; entre la miopía y las gotas que resbalan por el parabrisas a lo lejos tiritan azules y rojas las luces de los pacos.
Casi como un ritual, es hablar siempre de la musa, aunque poco se dé con ella.
Hoy no quiero hablar de política, ni libros, ni de cuanto me odio, ni de los que murieron, ni de que pose te gusta más, no me adules, ni pongas a cuestión mi sexualidad, no me llames romántico, no me preguntes que pensé cuando te conocí; no lo recuerdo, no me exhortes a usar algún párrafo elaborado para elogiarte.
Déjame seguir fingiendo que te pongo atención, cuando comentas tus amores fallidos y tu frivolidad, mientras lucho con los mareos y la necesidad de dormir. Mulata, trigueña, colorada; sea cual sea el color de tus ojos, el tamaño de tus nalgas, la redondez de tus senos que he estado mirando hace media hora, ni siquiera me importa tu pelo, aunque te huela a cielo, no opinare del color de tus labios, ni de la curva tan bonita que hacen tus pestañas... ahora mi única prioridad es acabar esa botella de ron.