Estas líneas le pertenecen al humo espeso del cigarrillo que me nubló la vista tantas cobardes madrugadas en los balcones de la ciudad,
Distrayendo las ganas de reventar los nudillos contra el frío del parquet.
Pertenece a las canciones que llenaron letra a letra aquello que nunca estuvo vacío.
Pertenece a la cerveza, las drogas y la pésima música que desconoció mi rostro de los reflejos.
Al vértigo que sacó de mi a repetidas horcadas la nostalgia asesina.
A la musa ausente, al lápiz que se escondio por meses.
A los dedos extrañando el papel donde vomitar a bosquejadas reprimidas la melancolía existencial de crecer reconociendo la vida como un eterno, triste he inconcluso oxímoron.