Duermo con la ventana a medio abrir,
y las cortinas corridas,
duermo y aunque cierre mis párpados,
entre inconscientes suspiros,
la dama de pupila de plata,
callada como luz,
suspira mi aliento,
una gélida calma café,
de esperar un fantasma.
y si me harto,
y si no llega,
solo cierro el alma.
Una polilla en el tieso cristal,
golpea violenta su transparencia,
hasta que me quiebre,
independiente del miedo,
y la deje entrar,
consiente estoy,
que sonámbulo me aprovecha,
me visita en los sueños,
licenciada lascivia,
siembra flores,
al roce de sus alas,
resuena un tambor,
fuerte y fría tonada,
¡Curiosa! ¡Lanzada!
resbala en mi garganta,
se convierte en poesía,
y rima a rima,
va remando en mi sangre,
entre glóbulos rojos y marea alta,
un verso a la vista,
llega a la carne,
un viejo bongó la recibe,
que muerto, aun toca como vivo,
que como musa sus ojos por estrellas,
tiene incrustado en el tórax.
¡Confundida diosa!
huye despavorida a un lacrimal,
monta en un te quiero,
de esos que no se los lleva el viento,
salada sale en una lágrima rebelde,
y vuelve a ser polilla,
mientras el diablo dormía.