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§ Narrador:
Sombras de distintos tamaños danzaban en la penumbra de la oficina, un ballet de oscuridad en cada rincón. Las más pequeñas se escondían tímidamente en los pliegues de la habitación, mientras que las más grandes, imponentes y nítidamente definidas, se mantenían al lado de su amo, vibrando sutilmente. Cada sombra, tenían una devoción inquebrantable que sentían por su amo, estaban allí, no solo para protegerlo, sino para aguardar su siguiente orden, su próximo capricho oscuro.
Con el amanecer, un rayo de luz se filtró a través de las cortinas. El día había llegado, trayendo consigo una nueva dirección, un nuevo propósito.
Entre las sombras, una de figura más robusta y notoriamente astuta, que se erguía con una elegante osadía, se inclinó para observar a su maestro, quien yacía por el suelo en un estado vulnerable. La sombra, con astucia, cubrió la boca y la nariz de Alastor con una fría determinación, cortando su respiración. El momento se llenó de tensión; las otras sombras se agruparon en un rincón, temblando y aterradas, incluso las más grandes, cuyas presencias eran tan intimidantes que hacían crujir las paredes de la habitación con su propio poder.
Transcurrieron unos eternos segundos en el que el silencio pesado se adueñó del espacio. De repente, los ojos de Alastor se abrieron de par en par, destellando como cuchillas afiladas. Con rapidez y agilidad, se lanzó hacia la sombra que lo había asfixiado, su semblante transformándose en una mueca de disgusto. La sonrisa del ciervo se ensanchó, revelando sus afilados colmillos en un gesto de pura amenaza. Su figura alargada parecía recobrar la vida, cada hueso resonando y tronaban de un modo que hacía eco en el más profundo de los miedos.
§ Narra: Alastor:
- ¿Qué crees que estabas haciendo? (Pregunté, mi voz resonando con la autoridad que mi presencia exigía).
- Estaba inconsciente en el suelo, amo (Respondió la sombra) Lo vi necesario.
La sorpresa se apoderó de mí, y mis facciones se endurecieron mientras mis ojos recorrían el alrededor. Todo estaba en su lugar, pero una extraña inquietud crecía en mi interior. Solo distinguí a algunas de mis sombras temblando en un rincón, mostrando su miedo ante mí y mi clara molestia. Estaba confuso y cada intento por comprender la situación parecía en vano.
Me aparté de la sombra y me puse de pie, intentando estudiar el entorno a más detalle. Con un gesto firme, ajusté mi traje, devolviendo mi imagen al habitual aire imponente que tanto me caracterizaba.
- ¿Qué ocurrió? (La pregunta salió de mis labios como un susurro claro y frío).
La sombra solo me observó con ojos vacíos, sin ofrecer respuestas. Sentí cómo la tensión se acumulaba en mi mandíbula; ya no era necesario seguir interrogando. La respuesta estaba clara: no obtendría nada más. Con un chasquido de mis dedos, todas las sombras volvieron a reunirse a la sombra de mis pies, formando un manto oscuro de lealtad y obediencia. Pero en ese instante, una presión opresora se instaló en mi pecho. La intranquilidad me golpeó como un mazo: ¿Charlotte?
Antes de precipitarme a su búsqueda, mi mirada se detuvo en un pequeño objeto que llamaba mi atención en medio del orden: el anillo de Charlotte, resplandeciente pero solitario sobre la superficie de mi escritorio, junto a una hoja arrugada de papel. Al acercarme, mis manos apretaban levemente mientras leía las palabras escritas, cada letra resonando en mi cabeza. La ira comenzó a inundar mi cuerpo, caliente y feroz, como un volcán que despertaba de su letargo.
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Dear Insanity (Charlastor-Hazbin Hotel)
FanfictionCharlotte Morningstar, la futura gobernante del Infierno, se une a algunos de sus amigos en un intento desesperado por detener el Exterminio que azota su reino periódicamente. El Hotel, creado para redimir a los pecadores, podría ser su última esper...