Dear Insanity (Charlastor-Hazbin Hotel)

42- No lo acepto

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§ Narra: Alastor.

¿Qué sensación tan exquisita y satisfactoria inunda mi ser? Siento mi pecho rebosante de calidez, cada pensamiento se disipa en un mar de tranquilidad que me permite incluso sucumbir al dulce abrazo del sueño. Estoy plácidamente recostado sobre el pecho de mi adorada Charlotte, sumergido en la suavidad de su presencia, como un náufrago acunado por las olas de su esencia. Su aroma embriagador, una mezcla de dulce y su propia fragancia natural, danza delicadamente en el aire, envolviéndome y elevando mis sentidos. Mis brazos la envuelven con ternura y mis dedos se hunden con suavidad en su piel sedosa, disfrutando del calor que irradia su cuerpo.

La noche fue larga y maravillosamente placentera; perdí la cuenta de cuántas veces mis labios exploraron y tomaron su cuerpo como si fuera el más preciado de los banquetes. Despertar en este sanctum de tranquilidad es un regalo de los dioses. Abro los ojos con lentitud, sintiéndome un tanto perezoso y complacido, mientras me acomodo cautelosamente en la cama. Charlotte está a mi lado, tan cansada y sumida en un sueño profundo que no se percató de mis movimientos, las marcas de nuestra "reconciliación" aun brillando en su piel, un testimonio silencioso de la pasión que hemos compartido.

Una sonrisa relajada se dibuja en mis labios al contemplar su rostro sereno. Con la delicadeza de un artista que toca una obra maestra, deslizo mi garra con ternura, apartando algunos de sus dorados mechones de su divino rostro. Mi garra continúa recorriendo su piel, descendiendo suavemente por su cuello, donde mis marcas aún se manifiestan como un recordatorio palpable de nuestra conexión. Continúo mi travesía hasta su pecho, moviéndome como si cada caricia fuera un susurro de deseo.

Sé que acabo de despertar, pero incluso en su sueño profundo, su belleza me seduce y me tienta a explorarla una vez más. Con manos cuidadosas, empiezo a masajear sus senos, disfrutando de la suavidad bajo mis táctiles, y, con un movimiento sutil y astuto, me posiciono sobre ella. Mis labios encuentran su cuello, donde la calidez de su piel invita a ser besada y explorada, lamiendo con devoción mientras el pulso de mi deseo crece, un juego de poder y ternura que solo nosotros entendemos.

Un suave gemido escapó de los labios de Charlotte, y una sonrisa de satisfacción curvó mis labios, contemplando su creciente sensibilidad. La anticipación creció en mi interior mientras esperaba que despertara para llevar nuestra intimidad a niveles más profundos. Dando rienda suelta a mi deseo, mis labios encontraron su suavidad, succionando sus senos con creciente intensidad, deseando despertarla de su dulce letargo. Fue entonces cuando noté que sus ojos comenzaron a abrirse, y, en un instante de audaz astucia, elevé mi rostro hasta quedar a escasa distancia del suyo, listo para presenciar su reacción.

Charlotte abrió los ojos, la sorpresa iluminando su rostro, pero el momento de éxtasis se tornó en un grito de terror cuando, en un acto reflejo, me propinó una fuerte bofetada.

- ¿¡Al!? ¡Perdón! (Exclamó, sentándose con rapidez, sus manos temblorosas se posaron en mí, evidenciando su preocupación) Estaba dormida y... olvidé que... dormiste aquí. ¡Perdón!

-No era exactamente lo que esperaba (Respondí, dejando escapar una risa traviesa), pero debo admitir que lo disfruté.

Entonces, ella tomó mi rostro entre sus manos y me otorgó un tierno beso en la mejilla que golpeó, un gesto que, aunque ligero, fue suficiente para despertar en mí un deseo aún más voraz.

-No seas pervertido, Al (Me advirtió, aunque sus ojos destilaban aquella chispa de complicidad que me embriaga).

Me entregué por completo a su beso, pero la necesidad de más era incontrolable. Continué besando su rostro delicadamente, permitiendo a mis labios explorar cada rincón hasta que finalmente encontré los suyos de nuevo. Mis manos se deslizaron a su cintura, tratando de atraerla hacia mí.