EL COMIENZO DEL INICIO

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Aquí la historia la narrará 13... Las letras negras serán la historia del pasado y las letras normales son donde Izuku o Katsuki hablan en el transcurso de la historia y la madrina responde.
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— Hace mucho tiempo atrás antes de que existieran incluso los clanes y sectores o territorios, el Páramo era un lugar donde todas las razas convivían en paz. Podías encontrar a un elfo entre las hadas, a los vampiros con los señores del bosque, incluso a los grifos conviviendo con los incubos —. Empezó a relatar trece con voz suave y calmada, para darle paso al inicio de la historia. — Solo existía paz y tranquilidad entre las razas, incluso se emparejaban entre ellas — recordó al ver a Izuku, quien estaba muy atento al relato. — No había prejuicios ni mucho menos niveles de magia, todos eran iguales y así eran felices. Hasta que un día un ser mágico con ganas de conocer el exterior y lo que esté contenía se asomo en los límites del Páramo —.

Aquel joven elfo caminaba entre las espinas y raíces de los árboles con dificultad para intentar atravesar el otro lado.

Sabía que estaba prohibido que él como ser mágico no debía interactuar con los humanos que estaban del otro lado de los límites, pero es que simplemente tenía curiosidad de saber que había más allá del Páramo.

Por eso es que se había escapado de la vigilancia de sus abuelos y buscaba siquiera saciar un poco su curiosidad.

Por desgracia piso mal y su pie se atoro en una raíz de aquel viejo cedro, intento jalarlo para liberarse pero al hacerlo solo rasgo su ropa y piel ya que no contaba con ningún tipo de calzado.

—¡Auchs! — solto al ver qué empezó a salir sangre de aquella cortada que tenía en el tobillo, pero sabia que no debía quedarse ahí, así que empezó a jalar su pie otra vez para poder ser libre.

Pero unas voces que se escuchaban cerca lo alertó, quería conocer el mundo, si, pero no quería ser atrapado por los humanos.

—Jodida raíz, sueltame — murmuró al buscar la manera de safar su pie sin lastimarse más de lo que ya estaba, pero de pronto una mano se colo entre las raíces y se puso bajo su pie y lo movió a un lado y ¡Zas!...¡Era libre! Pensó el elfo al pararse y ver qué podía moverse de nuevo.

— Vaya, realmente había escuchado que los elfos son lindos pero creo que no se acercan ni un poco a lo bellos que son — cuando aquel joven dijo eso logro sonrojar al elfo, no porque no haya escuchado antes que era lindo (por qué eso lo escuchaba a diario) sino porque era de un humano de quien venía, así que no dudo en retroceder y esconderse detrás de las grandes raíces de los árboles que servían de protección.

El elfo se iba a ir pero su tobillo se lo impido, la verdad es que le dolía horrible cada que pisaba.

— Mira ten, tengo unos vendajes — cuando el elfo miro aquellos pedazos de tela largos, de inmediato negó con la cabeza y se alejo un poco más. —Bueno si no los quieres, al menos ten — aquel humano saco de su pequeño bolso un caramelo, uno que extendió al ser mágico.

Pero el elfo desconfío de agarrarlo, pero la envoltura, así como el olor del azúcar lo hizo desear probarlo.

"No creo que me haga daño si lo agarro" pensó al acercarse y estirar su mano para luego agarrar el dulce y retroceder despacio.

Aquel joven humano al ver lo tímido que era ese elfo lo hizo sonreír, la verdad quería acercarse un poco más y poder conversar con ese bonito elfo, por desgracia las raíces de los árboles le dificiltaban acercarse o siquiera pasar del otro lado, ya que esas ramas y raíces servían de cerca para no dejar salir ni dejar entrar a nadie.

El elfo al escuchar más voces humanas no dudo en alejarse lo más rápido que su pie se lo permitía.

—Espero poder hablar contigo mañana — susurro el humano para que el elfo oyera, quien aunque estaba un tanto lejos pudo oír perfectamente pero no respondió solo se fue.

—¡Oye Yagi, ¿encontraste por dónde entrar? — pregunto aquel sujeto de cuerpo robusto y mirada afilada.

—No, no hay manera de pasar, cada vez que lo intento las raíces me sacan o me lo impiden — dijo viendo de reojo si el elfo ya se había ido ya que sería un problema si los otros lo veían por ahí.

—Ya veo, entonces vamonos que pronto anochecera — y con tal orden todos se fueron, incluso el joven rubio que veía de vez en cuando hacía el interior de Páramo.

Lo que ese humano joven no sabía es que el elfo había escuchado todo.

—¿Por qué los humanos querían entrar al Páramo? — pregunto Izuku de pronto.

— El Páramo es rico en joyas, diamantes, oro y piedras preciosas, por eso los humanos siempre han buscando la manera de entrar, por avaricia y deseo son capaces de todo, por eso se les prohibió a los seres mágicos salir de los límites de protección del Páramo en ese tiempo — aclaro la madrina, logrando un aaa de parte de Izuku.

—Lo extraño es que ese elfo era un tanto testarudo y muy curioso para su edad, así como ese humano —.

El elfo sabía que regresar era una mala idea y que si sus abuelos o los líderes se enteraban de lo que estaba haciendo lo más probable es que lo castigarían, pero mientras no se enteraran todo estaría bien ¿Verdad? Se decía a si mismo.

Por eso cuando llegó al mismo lugar que el día anterior donde vio a ese humano, lo primero que hizo fue asomarse entre las raíces para buscarlo con la mirada pero no lo veía por ningún lado.

—¡Hola! —.

—¡Aaahhhh! — el grito que soltó el pobre elfo hizo que el rubio se asustara.

—¡Lo siento no quería asustarte! — se disculpo de inmediato el humano, al ver qué el elfo tenía la mirada cristalina.

— ¡Tonto no me asustes así! — grito mientras hacia un puchero y limpiaba las lágrimas que estaban saliendo.

—Perdoname, en serio no fue mi intención — el humano al ver qué el elfo no dejaba de llorar, saco aquel pequeño regalo que le tenía guardado —mira esto es para ti — dijo al extender una pequeña caja, una muy llamativa para el elfo, quien estiró su mano entre las raíces al igual que el humano y cuando el elfo tubo la caja en sus manos no dudo en jalarla rápido y retroceder para luego abrirla y saber que había ahí.

— No se que clase de dulces te gustan pero estos son todos los que consegui en mi aldea — confeso apenado, pero al ver qué el elfo empezó a oler algunas galletas y luego a comerlas lo puso feliz.

— Están ricas — confeso el elfo al ver qué ellos no tenían en el Páramo ese tipo de sabores.(Sabores procesados) Ellos solo consumían cosas naturales.

— Me alegro que te gusten, bueno me tengo que ir, hasta mañana — aviso mientras empezaba a irse.

—¿Quién te dijo que vendré mañana? — pregunto el elfo sin dejar de comer esas galletas.

— Bueno pensaba traer unos panes pero si no puedes — contesto el humano.

—¡Más te vale no llegar tarde! —.

Esas palabras hicieron que el humano asintiera y se fuera de una vez ya que no podía tardar mucho en llegar a casa o sus familiares se preguntarían donde se metió después del trabajo.

El elfo al ver qué el humano prácticamente corrió hasta desaparecer lo hizo sentarse sobre una raíz y seguir comiendo, ya que no podría comer esos dulces en la aldea o los demás le preguntarian de dónde sacó eso y dar explicaciones no era su fuerte.



ENCUENTRO FORZADO....FUTURO INESPERADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora