EL COMIENZO DEL INICIO (3)

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- Claro que sí, el Páramo se enteró de la existencia del humano y del romance que tenía con el elfo -.

-¡Espera, ¿A dónde vamos? - pregunto Yagi cuando el elfo le sujeto su mano y ambos empezaron a caminar por el bosque, teniendo cuidado de no ser vistos por ningún ser mágico o estarían en problemas.

Yagi al estar por fin dentro del Páramo, no perdió oportunidad para observar todo lo que había a su alrededor ya que no sabía cuando podría verlo de nuevo.

- Ven, es por aquí - aviso el elfo al ver que su guarida secreta estaba cerca.

Yagi al ver qué el elfo empezó a adentrarse a un bosque muy espeso y dificil de acceder, no le soltó la mano para nada, por miedo a perderse.

-¿Sabes? Tengo por aquí mi guarida porque nadie viene por estos lados, ya que los demás seres son muy quisquillosos cuando se trata de comodidad - confeso el elfo al ver qué habían empezado los arbustos a aparecer. - ven, agachate y sígueme -.

Cuando Yagi vio que el elfo empezó a arrastrarse por debajo de aquellos arbustos verdes y frondosos, hizo lo mismo.

Sorprendiéndose de ver qué debajo de estos había como un camino trazado, quizás por la recurrencia con la que pasaba el elfo por ahí.

Fueron unos cinco minutos que Yagi estuvo arrastrándose por el suelo, cuando por fin vio una pequeña luz al final del camino.

Cerro por un momento los ojos para después abrirlos y ver qué había una gran y hermosa cueva frente a él.

Así que se levantó del suelo y empezó a sacudir toda su ropa intentando quitar lo máximo posible de tierra.

-Se que fue un poco incómodo arrastrarse pero créeme que es la única manera de acceder aquí y que los demás no sepan de mi guarida secreta, que tal ¿Verdad que está bonita? - pregunto el elfo con una gran ilusión en su mirada.

- Realmente es hermoso, el lago con esa agua tan cristiana, ¡Los arboles de manzano que aunque sean pequeños están cargados de fruta, ¡Oh mira! - dijo al caminar cerca del lago -¡No había visto fresas tan enormes! - expreso maravillado, viendo que el elfo se acercó a él y arranco una fresa, la más grande, la más roja, la más apetecible a la vista y con un olor exquisito.

- Ten pruébala - pidió cuando extendió el fruto, uno que Yagi no dudo en agarrar y morder, sintiendo el delicioso sabor recorrer su boca.

- Que jugosa está - dijo mientras mordía otra vez la fresa, donde tenía que ocupar las dos manos para poder sujetar la fruta - en mi aldea no hay frutas así de ricas ni de grandes, tienes suerte si encuentras siquiera - dijo al ver al elfo.

-¿En serio? Bueno la verdad yo sembré todos estos frutos cuando encontré está cueva ya que yo soy muy quisquilloso para comer algo -. Confeso el elfo - ven, vamos te mostraré más de mi cueva -.

Yagi asintió mientras seguía al elfo, quien le mostro unos pasadizos que había por el lugar, así como enseñarle que otras cosas sembraba por ahí.

- Así fue como el elfo tuvo su rutina, todos los días al medio día iba a buscar al humano y este se iba entrando la madrugada, pero bueno el elfo era un príncipe de la rama principal así que no tardaron tanto en darse cuenta que el elfo se iba a quien sabe dónde a ser que y llegaba a altas horas de la madrugada -.

- ¡Que le pasa a ese mocoso! - grito aquel patriarca elfo al ver qué estaban listos para las clases de cultura y su nieto no estaba en el lugar. -¡¿Alguien sabe dónde está mi nieto!? - pregunto a un montón de grifos que descansaban por el lugar.

- Yo lo vi por las cascadas del este hoy en la mañana - dijo un joven pegaso que había pasado por ahí y había escuchado lo que el abuelo preguntó.

- ¿Podrías llevarme? - pidió amablemente, a lo que el corsel asintió.

- Entonces fue ahí cuando explote de enojo y ¡Zas! Que me caigo - murmuró lo último logrando que Yagi soltara una gran carcajada. -Oye no te rías - dijo un poco indignado pero después se rió al contagiarse de la risa del rubio.

-¿Sabes? Me encantaría que esté momento sea eterno - susurro Yagi al ver al elfo, quien sonrió para luego entrelazar sus dedos con los del humano y seguir viendo ese hermoso lago donde la magia del elfo convertido en pequeñas bolas de colores danzaban al ritmo del viento, un espectáculo que el elfo hizo para el humano.

-¡Que crees que estás haciendo! - aquella voz que escucharon detrás de ellos, hizo que el elfo se levantará del pasto con rapidez al igual que el humano.

-¿Abuelo? - el elfo al ver como su abuelo se bajaba de aquel pegaso, por inercia puso atrás de él a Yagi en un modo de protegerlo. -¿Que estás haciendo aquí? -.

Pero él patriarca elfo no miraba nada más que al rubio que estaba detrás de su nieto.

-¿Acaso es un humano? - pregunto temeroso el abuelo, logrando que los elfos que lo habían acompañado así como algunos grifos y pegasos se sorprendieron bastante. -¡Cómo es que estás con un humano! - exigió saber el elfo.

- Abuelo yo - la verdad es que el joven elfo no sabía que decir, solo bajo la mirada mientras intentaba por todos los medios buscar una salida para que Yagi pudiera escapar de ahí sin salir lastimado.

-¡Señor por favor déjeme explicarle, yo!... Por desgracia el abuelo no lo dejo hablar.

-¡Cállate asqueroso humano! Tu viniste aquí, entraste y ahora engatuzaste a mi nieto para que ¿Venderlo? ¿Sacar las riquezas del Páramo? ¿Para saber cómo meter a los demás humanos aquí? -.

Yagi sabía que todo lo que aquel señor decía era mentira, pero al sentir como el cuerpo de su elfo temblaba levemente lo preocupo, sin saber que el elfo lo unico que quería era que Yagi saliera bien de ahí.

- Yo lo siento, créame por favor que mi intención no es lastimar a nadie mucho menos a él - dijo al sujetar la mano de su elfo, sabía que si no explicaba la situación las cosas se pondrían muy complicadas para los dos, donde incluso podrían separarlos por siempre.

- ¿Y crees que yo nací ayer? - expreso con voz sería aquel anciano mientras veia como ese humano estaba agarrado de la mano con su nieto elfo. - además, no pienso dejar que salgas de aquí con nuestros secretos -.

-¡Yagi! - el elfo abrazo al humano cuando vio como su abuelo lanzó una enorme bola de fuego directo al rubio, quien al sentir como su elfo lo abrazo para protegerlo, no dudo en girarse y cubrir con su cuerpo robusto a su bello elfo, intentando que esté no fuera dañado por su culpa.

Pero aquella bola de fuego los cubrió a los dos por completo.

ENCUENTRO FORZADO....FUTURO INESPERADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora