IX - ¡Gracias A Dios!

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     La inflamación de la cadera había bajado notoriamente haciendo que la pálida piel de alrededor perdiera el intenso color ciruela que lo había cubierto las últimas dos semanas. Los pantalones deportivos morados cubrieron rápidamente esta área, seguidos por una camiseta negra que terminaba de cubrir las pocas sombras que se veían en el pecho de Bianca. La herida en su frente ya estaba reducida a una pequeña línea color rosa cubierta por una muy ligera capa de polvos. Salió del baño y rozó la parte derecha de su pecho haciendo un largo escalofrío pasar por todo su cuerpo y detenerse a bailar con su espina dorsal, mandando increíblemente fuertes latigazos a la zona de impacto.

     Le faltaban cuatro semanas más para recuperarse completamente, en teoría. Algo que no había sentido antes de llegar al hospital fue su costilla rota, la segunda de arriba para abajo para ser precisos. Era exactamente la costilla por la cual Lucas había empezado en su sueño, la que reventaba con un sonido sordo y llenaba su cuerpo de sangre. Resultaba ser la misma costilla que había reventado con el impacto del timón enterrándose en su cuerpo al chocar contra un poste de electricidad, hacía menos de un mes.

     Después de una meticulosa inspección del carro de Bianca habían descubierto el lugar y la hora aproximada en la que había ocurrido el accidente. Gracias a un par de recibos y a en gran montón de vidrios rotos, se encontró el lugar del accidente a las afueras de la ciudad, junto a un masivo poste ligeramente afectado después del impacto. No se encontraron huellas u otros indicadores en el carro aparte de una pequeña nota de papel dentro de la guantera. No hubo mayor investigación tras el después de lo que dijo Bianca, y esas palabras seguían girando en la cabeza de ella. La increíble y lejana posibilidad de pedir ayuda ¡Qué idea tan absurda! ¿Pedir ayuda? Como alguien se atrevería a mostrar sus debilidades en este mundo cruel. Eso no la había llevado a ninguna parte antes ¿Por qué habría de hacerlo esta vez?

"Cuidado con besar sapos Princesa, no todos son príncipes.

Besos, La Bestia."

     ¿Quién podría ayudarla en este oscuro y retorcido mundo? Todos se escondían bajo sus propias sombras, o en su caso bajo sus propias drogas. Gracias a varios medicamentos el GHB no había acabado con sus neuronas y el Rohypnol no la había dejado como un vegetal. Gracias a Dios el violador no había podido arrancar toda la pureza que quedaba en su tersa piel, gracias por haber detenido el carro con un poste y por haber herido al otro pasajero, gracias por haber matado a su novio para que pudiera aprender una lección. Gracias.

     Porque después de todo lo que Bianca ha pasado el ultimo mes lo único que podía decir gracias ¿A qué? Nadie estaba seguro. ¿Al sarcasmo? ¿A la ironía? ¿A la maldad? ¿O en sí a la vida? Era una cachetada de dura, fría y asquerosa realidad.

     Tomó su chaqueta en lo que se limpiaba la única lágrima que había resbalado por su mejilla frente a el dolor y deslizó sus pies dentro de sus cómodos Crocs. Agarró su cartera y revisó por su celular, sus llaves y sus medicamentos en lo que se dirigía hacía la puerta de seguridad renovada de su casa. Salió y cerró con llave, presionó el botón de seguridad de su nuevo Fiat 500, entró en él y se alejó manejando de ahí. Todos hubieran querido que estuviera manejando hacía el centro, para asistir a la cita que tenía con su nuevo psicólogo, pero no. Fue a la tienda por departamento más cercana que encontró y entró al parqueadero sin quitar sus ojos de la carretera y del espejo retrovisor en busca de cualquier cosa sospechosa tras de ella.

     Entró al lugar y fue directamente a la zona de ropa deportiva rápidamente, quitando de su paso a toda persona que no estuviera cubierta por una capucha negra. Buscó desesperadamente otro par de pantalones de sudadera, en lo que se fijaba en un estante lleno de sacos cómodos marca Gap. Tomó un par de pantalones, dos sacos y una pijama nueva, pagó rápidamente con su tarjeta de crédito y salió de allí en lo que un grupo grande de personas entraba. El grupo estaba conformado por personas de la edad de Bianca y entre ellas estaba Julieta, radiante y despreocupada. Puede que Bianca no hubiera notado este pequeño detalle, pero ella si lo hizo y se acercó lo más rápido que pudo a esta.

     - ¡Bianca!- gritó estando aún lejos de ella - ¡Bianca!

     Un chorro de agua helada la despertó del trance en el que estaba y se volteó .

     - ¡Bianca! ¿Cómo has estado? No te veo desde el funeral - dijo Julieta en lo que disminuía su voz.

     - Sí, no he salido mucho - respondió en lo que trataba de arreglarse un poco el pelo, el cual había decidido no cepillar antes de salir.

     - Siento mucho lo que pasó, pero veo que te estas recuperando muy bien - dijo amablemente en lo que echaba un rápido e inofensivo vistazo a lo que quedaba de la cortada de su frente - Esperemos que no te quede una horrible cicatriz.

     - ¿Perdón? - la increíble indecencia de Julieta la había tomado por sorpresa y era una fuerte cachetada en la cara.

     - Ya sabes, cicatrices. No querríamos que quedaras marcada de por vida - respondió en un tono acido e hiriente. Aquel que dijera que ella no había tirado a matar estaba mintiendo y todos lo sabían - Aunque creo que ya es un poco tarde para eso.

     Las palabras no encontraron su camino fuera de la boca de Bianca, estaban atoradas con las lágrimas que querían salir de sus ojos y el nudo en su garganta les complicaba el paso. Lanzó fuertemente la mano hacia la cara de su "mejor amiga" e hizo impacto estruendosamente haciendo que la cabeza de esta girara ligeramente.

     - ¡Perra! - le gritó en lo que mandaba una mano hacia su mejilla para cubrir la zona herida y tratar de evaluar el daño - ¡Espero que el hombre que empezó todo esto lo acabe! ¡Porque no pareces haber tenido lo que merecías! - lanzó con excelente puntería hiriendo.

     ¿Qué tipo de amiga se había conseguido el último año? Ella le estaba deseando algo que no entendía, excediéndose de lo que su mente podía soportar en ese momento y más. Salió del parqueadero y dejó el peso de lo pasado hace unos segundos cayera sobre su espalda hiriéndola y derramando lágrimas por toda su cara. Aceleró para llegar lo más rápido a su casa antes de que Catalina notara que se había ido.

     Paró en un pequeño supermercado y evaluó lo que estaba a punto de hacer antes de salir del carro y precipitarse hacía la puerta. Buscó entre los pasillos hasta encontrar uno en el que estaba cómodamente una botella exhibida con poca delicadeza en un estante. La tomó y se dirigió a la caja registradora, la cual estaba vacía y era atendida por un hombre joven que mostraba poco interés por su compra. Pagó y salió de allí igual de rápido que como llegó, manejo cuidadosamente hasta la calle principal para llegar a su casa.

     Entró a su casa cargando cuidadosamente las compras que había hecho, cerró la puerta y la aseguró completamente antes de dirigirse a las escaleras para ir a su cuarto. Cerró igualmente la puerta y verificó el seguro de su ventana antes de sentarse en la cama y sacar de la pequeña bolsa su última compra.

     La redonda botella transparente resguardaba el intenso líquido del mismo color, el vidrio resguardaba doce letras importantes escritas en azul. "Absolut Vodka" se leía fuerte y claro, mas abajo se podía ver una inscripción escrita en letra cursiva. "Cada gota de este soberbio vodka ha sido hecho solo con clima invernal de Suecia cerca de la pequeña ciudad de Ahus y contiene un compromiso eterno de búsqueda de la perfección desde 1879". La búsqueda de la perfección, se podría decir que Bianca había acatado el mismo objetivo desde pequeña y seguía siendo su preocupación numero uno.

     Abrió la botella y vació un trago de su contenido en su boca y sintió como quemaba su garganta antes de poder pasarlo. Tomó otro trago y sintió el mismo ardor, pero después del tercer sorbo ya no se sentía irritada su garganta o su boca. Cuando tomó lo que podía ser su trago número ocho el mundo daba vueltas y sus brazos parecían obedecer mediocremente. En la botella solo parecían quedar tres centímetros de su contenido después de un par de horas, Bianca se había sentado en su cama a no hacer nada menos tomar vodka y estaba exitosamente borracha.

     Dejó suavemente la botella en el piso y la deslizó hasta que chocó contra otro objeto de vidrio. La parte de abajo de la cama estaba lleno de botellas de todos los tamaños, colores y licores que habría podido conseguir en dos semanas. Había empezado a tomar frenéticamente cuando salió del hospital y no había parado hasta entonces. Prefería tomar vodka para ocultar el olor fácilmente, pero también se podían ver botellas de tequila, absinthe, ron y ginebra. Guardó la botella con su colección y  se recostó en su cama dejando caer su cuerpo hacia la oscuridad.

Entre Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora