XXV - Cristal De Bohemia

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La niña le gritaba que se levantara, ella trataba de bloquear sus gritos con su mente. Los pequeños zapatos repiqueteaban contra el piso, los tacones estaba tirados al lado de la cama. El vestido estaba en una silla, y a Bianca simplemente ya no le importaba lo que tuviera que decir Alicia.

     - ¡Ahora quiero que te pongas ese vestido! - gritó la pequeña en lo que señalaba la silla. Podía actuar como un adulto, pero Bianca se había dado cuenta que seguía siendo tan solo una chiquilla, hacia las mismas pataletas que cualquiera.

     Resopló, se levantó de la cama y camino hacia el escritorio, jugueteó ansiosa con su pelo y miró a la niña. Esa criaturita llevaba ordenándola por horas, y lo había hecho todas las veces que entraba al cuarto. Tenían una "cita de juegos" cada dos o tres dias. Y aunque seguía bajo los efectos de alguna droga la cantidad había disminuido sustancialmente, haciendo posible para la joven tomarse algunas libertades.

     - Ya te dije que estoy cansada Alicia, es mejor que te vayas - murmuró pacientemente - ya tienes sueño.

- ¡¿Quién te crees que eres para hablarme así?! - escupió - ¡Tu no eres ni mi mamá ni nadie para decirme eso! - pausó en lo que pensaba que decir. Después de un momento dijo con malicia - Ya verás lo que hará mi papá cuando se entere de esto

- ¿Tu que? - Bianca trataba de procesar lo que le estaban diciendo. Sabía que esa pequeña niña no podía estar detrás de todo esto, pero nunca le había dicho nada sobre lo que sucedía fuera de su cuarto.

     - Mi papá. - respondió calmadamente - Así que ponte el vestido antes de que me ponga realmente brava.

     Nadie sabe si fue el miedo, la ira o una idea perfectamente catastrófica lo que impulsó a Bianca a hacer lo siguiente. La joven se movió ágilmente hasta la mesa de noche y tomó el vaso que se encontraba sobre esta. Dudó por un segundo, pero acto seguido lo reventó contra la pared haciendo que cayeran miles de pedazos al suelo. Un gran fragmento de vidrio terminó a unos cuantos centímetros su pie. Sin detenerse, lo tomó entre sus mantos y se giró para mirar a Alicia.

     La niña se había quedado quieta en su lugar, veía silenciosamente lo que hacía su compañera de juegos. Pero apenas notó la mirada de esta, un inmenso pánico se apoderó de ella

     - ¡No! ¡Aléjate! - gritaba sin control.

     Pero Bianca se había desplazado hasta la pequeña y la había rodeado con un brazo. Al mismo tiempo puso el lado del vidrio que parecía más filoso contra su cuello. Inhaló y sostuvo la respiración, no debía demorarse mucho.

     Esperó un segundo y luego otro, y otro más. Su corazón iba a toda velocidad, su respiración se entrecortada cada tanto y le temblaban las piernas, pero se mantenía firme. Las palpitaciones en el cuello de la niña eran tan fuertes que hacían que el pedazo de cristal presionando contra este se moviera a ritmo. Pasó un minuto, nadie se movía, nadie hablaba y nadie sabía lo que iba a suceder.

     Cuando Bianca se había dado cuenta que su plan no funcionaría pensó que hacer a continuación. Si la soltaba probablemente habría problemas, pero algo malo pasaría de una forma u otra. De pronto ni La Bestia quería a su hija, de pronto ni quisiera salvarle la vida; era un monstruo después de todo. Las ideas pasaban rápidamente por su cabeza y la niña empezaba a sollozar. Soltó un poco el agarre que tenía en el pedazo de vidrio y se dió cuenta que un par de gotas de sangre se deslizaban por su mano.

     Mientras Bianca estaba distraída la puerta se abrió de un golpe.

     El hombre al otro lado se veía familiar. Tenia cabello negro y un par de canas hacían que se viera distinguido. Sus jeans le recordaban a Bianca a los de su papá, los que usaba el fin de semana cuando no tenía que ir a la oficina. Tenía una camiseta polo blanca y tenis. Estaba parado con las manos y las piernas abiertas, como esperando un ataque. El hombre tenía los ojos muy abiertos, pasándolos desde la niña hasta la joven y de vuelta.

     Nadie en esa habitación sabía qué hacer, ni siquiera Víctor.

Entre Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora