100 DÍAS DESPUÉS
Los días pasaban como horas. Cada luna y cada sol era más insignificante que el anterior, haciendo del tiempo una tortura y un estado eterno de quietud. Parecía hacer una rutina solo para mantener la cordura, o para pasar el tiempo, o para que nada se le escapara de una vida real; pero ninguna de estas se lograba. Su cabeza era un caos, algunos días encerraba un gato en su cráneo el cual arañaba su cerebro y hueso para tratar de escapar, a veces la llenaba de jugo de sueños e ilusiones, a menudo lo ahogaba en espinas y lo hacia arder con pensamientos corrosivos, otros simplemente lo apagaba por un largo rato.
Después del octavo intento de escapar se había resignado, lo peor que le puede ocurrir a un alma. Había perdido toda fuerza para luchar por una vida, un lugar mejor, un ser querido; las razones se le habían agotado y había quedado a la deriva de un mar que trataba de ahogarla.
Trataba de hallar respuestas a su alrededor pero se cubría de mas fantasías y de historias imposibles, de príncipes, dragones y doncellas; donde alguien haría una gigantesca travesía y mataría a una horrible bestia para salvarla, eso eran solo los libros. La televisión le llenaba la cabeza de lo que sucedía afuera, de lo que se perdía y de lo que no viviría, probablemente nunca. La música seguía siendo un escape, uno corto para una eternidad pero al menos un poco de medicina para calmar el dolor. Todo lo que decían las canciones y se leía entre los pentagramas de las melodías podía ser interpretado a su gusto, se veía feliz, triste, enfurecida, sola, viva y muerta en una sola canción.
Hacia ejercicio todos los días, pero no por las mismas razones por las que lo hacia cuando estaba fuera. Dejaron de importar los kilos y las calorías quemadas, y empezó a importar el sedentarismo al que era sometida estando ahí encerrada, con dos días que no se ejercitara sus músculos empezaban a atrofiarse y a gritar como cerdos en un matadero.
Comía lo que quería, pero no se excedía ni se enfocaba en alimentos poco nutritivos. La amplia variedad de comidas y una dosis diaria de capsulas de vitaminas y minerales la mantenían balanceada y saludable. De vez en cuando recibía un acetaminofén o un analgésico para dolores menstruales, pero rara vez se los tomaba; prefería guardarlos dentro de su almohada para el día que el verdadero dolor llegara.
Físicamente se podía decir que Bianca Vega De Paula estaba saludable, pero solo en temas de su carne y sus huesos. La mente era un lio y rara vez se encontraba en un lugar seguro en el laberinto que era ella misma. La soledad era un hueco que frecuentaba, ya que su única compañía eran los espejos y de vez en cuando un furtivo animalito que pasara cerca de su ventana, no sucedía mucho. El único contacto humano que se podría decir que tenia era cuando La Bestia la drogaba para poder entrar al cuarto, pero ella nunca se enteraba de su presencia a no ser por el fuerte olor químico del gas. Además de esto solo se podía contar el breve contacto que habían tenido a través de una hoja y dos esferos, pero eso había sucedido meses atrás y nada indicaba que fuera a suceder otra vez.
A ese ser que habitaba al otro lado de la puerta le gustaba pasearse en nubes de humo y entre las sombras, oculto del ojo desprevenido y del observador inexperimentado. Ese ser vivía también en la cabeza de Bianca, ya que se metía cuando quería y jugaba a saltar cuerda con sus neuronas. Halando cables, oscureciendo emociones, nublando pensamientos, destruyendo todo a su paso.
El mayor miedo de un humano en la situación de esta joven prisionera no era físico, ya que como se había visto en semanas pasadas, el extraño no estaba interesado en herirla de ninguna manera; no al menos como uno se lo esperaría. Este en cambio disfrutaba de un juego mucho más interesante y elaborado, el juego psicológico. Llevaba torturándola mucho con el incognito de su hermana y esta no parecía mostrar señales de vida.
Bianca trataba de recordar todo lo que había sucedido desde que ella había desaparecido y lo repetía como una película en su cabeza, tratando de dejar bien anotado cada minúsculo detalle. Habían jugado con ella, no era nuevo, esto no quería decir que no la hiriera, molestara o enloqueciera. Eran hermosas mentiras las que le habían dicho, la habían seducido como a una universitaria nueva en una fiesta de fraternidad y había terminado igual o peor de herida. Le idea de que su hermana estuviera con ese ser conocido y desconocido al mismo tiempo pareció el camino más fácil para la mente de Bianca, esta lo siguió y la llevó hasta su perdición.
Y ahora no podía hacer nada, o mejor aún, había renunciado y no quería hacer nada. Su alma había quedado a la merced de la corriente como una pluma en un tornado y ya le habían dado demasiadas vueltas.
***
A mil ochocientos treinta y seis kilómetros de ahí había una mata de cabello oscuro alborotado por la brisa que se colaba por la ventana del carro. La cara era adornada por un par de lentes y un leve maquillaje. El clima cálido de la playa era suficiente para que el visitante pudiera usar shorts y camisetas. El carro se estacionó a un lado de la carretera y sus dos pasajeros se bajaron.
Tras contemplar la hermosa vista y comentarla un poco, Catalina Vega De Paula se acercó a su apuesto acompañante y le regaló un beso apasionado junto a un atardecer en la playa.
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Entre Las Sombras
Misterio / SuspensoLo que comenzó como un plan para llegar a la perfección amenaza con convertirse en su peor pesadilla. Bianca esta a punto de recoger los malos frutos que dio el árbol que ella sembró y su belleza y capacidad de engañar a otros pueden ser su único bo...