IV - Junta De Lobos, Muerte De Ovejas

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-¿Por qué tan cansada?- preguntó Julieta.

-Pasé una mala noche ¿Sí? ¿Por qué no mejor me traes mi café? -le respondió con ojos cansados y mirándola mal.

-Un capuccino deslactosado sin grasa, a la orden- dijo mientras iba hacia el Starbucks

¿Mala noche? Eso apenas describía lo poco que pudo dormir y la horrible pesadilla que había tenido, que claramente no iba a mencionar. Entonces vio a Lucas acercándose desde el parqueadero, con una exquisita camisa azul, un par de jeans y zapatos, pero Bianca no podía dejar de pensar en los horribles procedimientos que le habían hecho esa noche y como su asquerosa sonrisa aparecía en cada esquina en la que volteaba.

-Tenemos que hablar- le respondió Bianca sin mostrar emociones en su cara.

-Ok

Salieron juntos hacia el parqueadero y pararon al lado del carro de Bianca. Ella se recostó en una ventana, pero mantuvo su distancia de Lucas, no se sentía nada confiada.

-¿Qué pasa ahora?- le dijo con voz cansada y aburrida su novio.

-Hasta acá llegó lo nuestro, estoy harta que te cojas a cualquiera que se te atraviese ¡Estoy cansada de ser tu chiste privado!- le gritó mientras se levantaba un poco del vidrio

-¿Mi chiste privado? ¡Por favor!- le respondió y Bianca recordó como le rogaba a su sombra dejarla ir- ¡Para lo único que me tienes es para ser tu puto perro faldero!

-No puedo ni verte sin que me den ganas de vomitar ¡Eres asqueroso! No tienes corazón- le dijo mientras ponía un dedo con perfecta manicura en su pecho- No sabes amar, nunca lo has hecho y probablemente nunca lo harás. Estoy cansada de que te la pases por ahí conquistando a pobres y estúpidas mujeres, si es que no son niñas y las manipules para que sean tus esclavas personales.

-¡Yo no soy el que tiene todo un grupo de esclavos listos para hacer lo que usted diga majestad!- le dijo mientras hacia una reverencia y con sus ojos atravesaba su cabeza- Toda la gente que tienes detrás de ti está enferma, viven de tu presencia. ¿Haz visto todo lo que hace Julieta? ¡Por supuesto que te das cuenta! ¡Te encanta! Amas que te alaben y que estén detrás de ti todo el tiempo ¡¿Acaso no tienes nada mejor que hacer que manipular a todas estas personas?!

-¡Tú me torturas todo el tiempo! Y no puedo creer que me tomara tanto tiempo darme cuenta- gritó- Vives de mi sufrimiento cuando me entero de lo que haces ¿Y se supone que eso te hace sentir como un hombre? ¡Tu padre tenia razón, no eres más que un bebé asustado!

Y la cara de Lucas se llenó de ira y sus ojos cambiaron de ser seguros y encantadores a ser dos pedazos de carbón que la miraban fijamente. Sus músculos se tensionaron y se acercó lentamente a ella, disminuyendo de a pocos el espacio que los separaba, haciéndole a Bianca más difícil moverse de donde estaba. Sus manos estaban apretadas en fuertes puños y su cara estaba ligeramente más roja a cada segundo. El mundo dejó de moverse y poco a poco se sentía el peligro y la tensión entre los dos cuerpos, y un rápido movimiento azotó la cara de Bianca; una cachetada, enviada con fuerza y furia, con el propósito de herir y maltratar.

-¡Hijo de perra!- le gritó Bianca mientras ponía su mano en el lugar de impacto- ¡¿Qué mierda te pasa?!

-¡Estoy harto de tus estupideces!- gritó y mandó otra cachetada- ¡De tus amenazas!- Una más- ¡Y sobre todo de tu mierda!- la última, la que le hizo sangrar las encías.

Los ojos de Bianca ya no reflejaban ira, si no miedo, absoluto terror de ese hombre que estaba en frente de ella, que la había torturado la noche anterior en un sueño. Entonces Lucas levantó sus manos y las mandó al cuello de ella, apretando con fuerza, cortando la respiración, haciéndola rogar por un pequeño respiro. Era horrible, sus manos estaban sobre las de Lucas arañando para que la soltara, estaba completamente encerrada entre el carro y el cuerpo de él, no había escapatoria y sobre todo no había nadie alrededor. Esto no era un sueño, era completamente real y dolía; su pecho temblaba por la falta de oxígeno, sus ojos lloraban y sus piernas estaban en puntas para poder sostener su cuerpo que era halado por las manos en su cuello.

Entre Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora