XXI - Por Debajo De La Puerta

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Miraba la pared fijamente en lo que se imaginaba todo un diario. Podría hacerlo, sin duda, pero no quería que La Bestia leyera todos sus pensamientos sin filtrar. Era peligroso y el lugar más seguro en ese momento era su cabeza, a pesar de que ya hubieran jugado con ella un par de veces. En el diario mental de Bianca, escrito mientras estaba aprisionada, se leía:

Día 13.
Me desperté por la luz que entraba por mi ventana, eran las 9:33 a.m. y mi desayuno ya estaba debajo de la puerta. Hace algunos días que La Bestia me pasa mi comida por ahí y es mucho mejor a el gas 3 veces al día, prefiero mantenerme consiente. Los huevos estaban deliciosos y me he arriesgado a comer un par de panes con mantequilla para acompañarlos. Después de devolver la bandeja me dispuse a continuar mi lectura de "El Perfume" de Patrick Süskind, La Bestia lo eligió por alguna razón y leerlo es la mejor forma de averiguar por qué. La historia continua siguiendo a Beptiste, el asesino, pero nada revelador ha sucedido todavía. Luego de un par de horas de lectura toque varías piezas en el violín, encontré unos libros con partituras entre los otros y tienen piezas que todavía no me he aprendido.
Sigo pensando en Catalina, todo el día y a todas horas ¿Estará en este mismo lugar?¿Compartiremos alguna pared? ¿La volveré a ver? ¿Estará viva? También pienso en mis padres, no tienen a ninguna de sus dos hijas y estarán enloquecidos buscándonos, pero ¿Estarán buscándonos? Y si lo están haciendo ¿Lo harán para encontrarnos o para no ser juzgados por olvidar a sus hijas? No quiero saberlo.
Sigo mi rutina de ejercicios en el XBox Kinect y luego veo una película al mismo tiempo que almuerzo, al menos el televisor tiene Netflix. Devuelvo mi bandeja y me siento en la cama a mirar el vacío, pensando, escribiendo en mi cabeza un diario del día 13 a pesar de que no sepa cuántos días exactos llevo acá o de que en realidad no esté plasmando en el papel esto.

Bianca sacude la cabeza en lo que sale del trance en el que se encontraba. Se levantó y se preguntó qué haría con el tiempo que le quedaba de ese día, eran las 2:47 p.m., lo sabía por el reloj que había conseguido una semana atrás, así al menos sabía la hora. El violín era hermoso y fino pero el día anterior lo había pasado tocando y hoy ya había practicado más de una hora. Después de varios días sus actividades se iban agotando. No había muchas cosas nuevas ni posibilidades de salir. Decidió entonces, sentarse frente a la ventana a contemplar el paisaje.

La noche anterior había llovido y todavía se podía ver la humedad en el césped y en los árboles. El sol estaba levemente escondido tras una nube así que la luz no era muy fuerte, era otoño y un par de hongos habían empezado a crecer cerca a un árbol, eran de un color amarillento y su cabeza se asemejaba a una sombrilla. Era esencialmente hermoso, pero ver lo mismo todos los días había cansado la vista y la mente de Bianca. Había memorizado cada esquina y cada detalle del bosque, desde el cielo hasta los árboles, pasando por el césped y las pequeñas florecitas que crecían cerca de los hongos. Había tomado suficientes fotografías mentales del lugar y este rara vez cambiaba, todo rara vez cambiaba.

Su mirada se perdió en el horizonte, en lo que su mente se llenaba de ideas. Parecían desde banales hasta existencialistas, pasando por el surrealismo y tocando un poco lo fantástico e incluso romántico. Había hecho incontables imágenes mentales de La Bestia, todas muy diferentes a la anterior; incluso lo había imaginado como la versión de Disney, pero esa mezcla entre fantasía y terror se había negado a apegarse a la mente racional de Bianca. Tenía muchas preguntas y la posibilidad de que estas fueran resueltas era mínimas en esas circunstancias.

De repente escucho un leve sonido, no lo podía comparar a nada más que a un ratón escabulléndose por el armario, pero no era eso. Levantó la mirada y giro el cuello hasta que en su plano visual se encontrará la puerta; debajo de esta se movía algo. Una fina hoja de papel se deslizó por el espacio entre la puerta y el piso, el mismo lugar por el que recibía su comida y otras cosas. Bianca se levantó de la cama y se acercó a la pesada compuerta, levantó el papel y lo miro.

"Princesa, sé que tienes preguntas y estoy dispuesto a responderlas. L.B."

Era una letra desordenada, muy diferente a la que había en otras notas que le había dejado La Bestia, sin embargo estaba firmada con sus iniciales. Bianca se lo pensó un momento; podía ignorar el ofrecimiento y dejar a La Bestia sin fuente de información acerca de sus pensamiento o podía aceptar la oferta y recibir respuestas que posiblemente no eran verdaderas. Se tomó otro segundo para que esta idea se filtrara por su cerebro y luego tomo una decisión. Camino ágilmente hacia su mesa de noche, abrió un cajón y sacó un bolígrafo el cual guardaba allí. Volvió hacia el papel y escribió con cuidadosa letra, decidió no firmarlo ya que nadie más podría estar tras su puerta.

"¿Dónde estoy?"

Dobló el papel y lo deslizó bajo la puerta con cuidado. Espero pacientemente, con el corazón acelerado y las manos sudándole sujetando el bolígrafo. Minutos después el papel volvió a su lado de la puerta, con la respuesta a su pregunta anotada justo debajo de su pregunta.
"En mi casa."

La respuesta sin firmar enfurecía a Bianca, era poco informativa e increíblemente corta. Decidió entonces preguntar otra cosa y le pareció pertinente usar un lenguaje más cercano a aquel tras la puerta.

"¿Quién eres?"

Deslizó nuevamente el papel bajo la puerta y espero a una repuesta. El papel volvió a su poder en menos tiempo que antes.

"No."

¿No? ¿Qué tipo de respuesta era esa? Su pregunta no podía ser respondida por un "si" o un "no". Eso solo podía significar que La Bestia no estaba dispuesto a responder esa pregunta. Siguió la conversación como si fueran mensajes en un celular.

"¿Me vas a dejar ir?"

"No."

"¿Me vas a matar?"

"Yo no."

"¿Quién?"

"No"

"¿Seguiré aquí mucho tiempo?"

"Si."

"¿Mis padres saben que he desaparecido?"

"Si."

"¿Tienes a mi hermana?"

"No."

"¿Qué? ¿En dónde está?"

"Adiós princesa."

A pesar de que Bianca devolvió el papel para obtener más respuesta este volvió sin nada más escrito. Él había roto comunicación y la había dejado colgando de un hilo.

Entre Las SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora