Capitulo 31

5.3K 328 37
                                    

Me remuevo en la cama y estiro mis brazos disfrutando de la sensación de mis musculos relajandose. Abro los ojos y me encuentro con que en mi lado izquierdo no hay nadie. ¿Y Martín?

Estoy segura de que el vino anoche a mi habitación, me tocó y cantó una bonita canción, me besó, me declaró su amor y durmió conmigo. No estoy loca, ni tengo suficiente imaginación como para inventarme todo eso. Entonces ¿Donde está?

Me levanto de la cama y busco mis pantunflas mientras me tallo el ojo derecho. Rodeo mi cama y entonces lo veo. Ahí está la prueba de que no estoy chiflada.

Me acerco a la mesita de noche y tomo la hoja de cuaderno con letras en tinta azul.

Buenos días pequeña dormilona.

Disculpame por no estar cuando despertaste pero no creo que a mis padres les hubiera gustado verme salir de tu habitación. No quise despertarte porque lucias realmente hermosa dormida.

Te espero en la cocina cariño. Seré el del cabello tipo “Recien me levante”

Te quiero. Martín

Suelto un pequeño gritito de emoción y abrazo la nota contra mi pecho.

¡Me dijo cariño! Oh dios... ¡Que tierno!

Me quito mi horrenda pijama y decido vestirme a toda prisa. Tan de prisa que no había notado que mis pantalones estaban al revés.

Me vuelvo a poner los pantalones, está vez como deben de ir, y bajo a la cocina. Tan alegre que bajo los escalones de dos en dos.

—¡Buenos días!— Saludo entusiasta a Martín.

—¡Oye! Me asustaste— Martín limpia con un trapo el jugo que le hice derramar.

—Juro que no lo hice intencionalmente — Levanto las manos en señal de inocencia.

—Si....Claro—

—Y ... ¿Como dormiste?— Me acerco a el y lo abrazo por la espalda.

—Nunca había dormido tan bien en mi vida — Se gira para abrazarme y recarga su barbilla en mi cabeza.

—Opino lo mismo— Nos quedamos en silencio. No era un silencio incómodo. Era un silencio perfecto, en donde no hace falta hablar. Estaba a punto de darle las gracias de nuevo por la canción, pero el me interrumpió.

—¿Recuerdas cuando dijiste que cuando te enamoras sientes mariposas en el estómago?— Levanto la cara para mirarlo curiosa.

—Si, lo recuerdo.

—Anoche, mientras te abrazaba y olía tu cabello húmedo, no sentí nunca las mariposas— Inclino mi cabeza mientras lo miro ahora extrañada ¿A donde quiere llegar?

—¿No las sentiste?

—No.

—Quizás eso significa que no éstas enamorado.

—Yo creo que es lo contrario. No sentí en absoluto a las mariposas. Yo sentía todo un zoológico. Sentía una puta estampida—Mi sonrisa aparece. Comienza en una simple sonrisita y termina en una carcajada. Martín me sigue y estalla en una contagiosa risa.

—Ti siempre tan ocurrente.

—Ya voy... Ya voy... Por favor no orines mi brazo— Escuchamos la voz de Fanny bajando con prisa y nosotros rompemos nuestro abrazo.

Fanny entra a toda prisa a la cocina y abre la puerta que va al patio trasero y saca a Nina para que saque todo lo que tenga que sacar.

¡TE ODIO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora