Epílogo

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Estoy recargado en el capo de mi coche, llevo esperando aquí casi una hora, pero eso no me molesta en absoluto. Veo como está batallando con sus cosas al caminar, al parecer en su mochila ya no hay espacio para su abrigo, tres libros y su paraguas. A pesar de que quisiera ir corriendo para ayudarla, tengo que resistir con toda mi fuerza de voluntad quedarme aquí. Quiero darle la sorpresa.

Está a nada de verme, cada vez está más cerca y mis manos comienzan a sudar de los nervios que siento. Hoy es un día especial.

Por fin ella levanta la mirada y me localiza. No se como describir su reacción, pero prácticamente corrió en mi dirección dando pequeños saltitos de alegría, y al llegar a mi lado soltó lo que tenía en las manos para darme un enorme, fuerte, y caluroso abrazo.

—¡Dios mío Martín! ¿Que haces aquí?

—¿Como que qué hago aquí? ¿No es obvio? Dicen que el café de aquí es fantástico, así que quise venir a comprar uno.— Sofia me da un golpe en el brazo juguetona. No me dolió para nada, pero aún así me Sobo el brazo.

—Menso.

—Es mentira. Vengo a ver a la chica más linda de esta universidad.

—Espero que te estés refiriendo a mi.— Estrecha sus ojos poniendo sus manos en la cintura. Es hermosa cuando intenta ser ruda.

—Pues claro. ¿Quieres ir a celebrar tu cumpleaños? Tengo un lugar reservado, tengo todo arreglado, incluso ya le avisé a tus padres.

—No voy vestida para la ocasión.

—¡Oh! También arreglé eso.— Le hago una señal de que me espere un momento y entro a mi auto para sacar la caja con su regalo.

Cuando le entrego su regalo ella lo agita cuidadosamente. Le encantará.

—¿Puedo abrirlo ya?

—Pues claro cariño.

Ella me da su mochila para que no le estorbe, entonces recuerdo que sus otras cosas siguen en el suelo, así que las levanto mientras ella se pelea con la envoltura de la caja.

Cuando por fin le ganó la desesperación, arrancó el papel, el moño y toda cosa que le impidiera ver su regalo. Al quitar la tapa sus bellos ojos se iluminaron y se formó una sonrisa grande, de las sonrisas que me encantan.

—Que bello vestido. — Ella toca la tela del vestido color azul que escogí para ella. Le quedará perfecto por su color de piel.—¡Oh dios! Los zapatos son hermosos.

Nunca pensé que entrar a una tienda de ropa de chicas sería una locura. Hay infinidad de conjuntos, vestidos, faldas, pantalones, zapatos. Ahora entiendo porque las mujeres tardan tanto cuando van de compras. ¡No podía decidir!

—No se comparan con tu belleza.— Ella me da un dulce beso en los labios.

—¿Y a donde vamos?

—Sube. Es una sorpresa.

Subimos al auto. Y salimos del estacionamiento de su universidad. La mejor parte de tener a mi lado a Sofia mientras manejo, es el poder tomar su mano todo el tiempo y solo soltarla cuando cambio de velocidad.

Ella preguntó alrededor de cinco veces qué en donde demonios se cambiaría de ropa, le dije que podría desvestirse a un lado mío mientras estábamos en la carretera o podía esperarse. Por supuesto que dijo que esperaría.

Me estacioné en una orilla para darle las nuevas indicaciones.

—Nena, tienes que cerrar los ojos desde aquí.

—Bien.— Ella cerró los ojos y yo la observé para asegurarme de que los abriría. No tardó mucho en abrir despacio su ojo izquierdo

—¡Ja! Te atrapé.

—Lo siento... Ya, esta vez me los cubriré con las manos.

—Ah no... Mejor me aseguro. —Me saco del bolsillo un pañuelo de tela color negro y me acerco a ella para cubrirle los ojos y luego sigo manejando.

Al llegar al esperado lugar le ayudo a bajar, ya que aún tiene los ojos vendados porque no quiero que vea el lugar.

—Otro pasito. Cuidado que aquí hay un escalón. Bien. Estas en un baño aquí si puedes quitarte el pañuelo para poder cambiarte.

—De acuerdo. Me daré prisa, ya quiero ver lo que tienes planeado.

—Todo a su tiempo cariño.—Le doy un pequeño beso en los labios y cierro la puerta.

Corro como un loco para tener todo preparado cuando salga.

—Estoy lista. — Corro a la puerta del baño para asegurarme que se cubra los ojos antes de salir.

Se ve preciosa. Se soltó el cabello y ahora le cae por los hombros y cubre su espalda. Sus piernas son preciosas, y el azul definitivamente le queda.

—Divina.— Murmuro.

La guió sosteniendo sus manos. Siento como tiembla. La electricidad corre a través de nosotros.

—¿Lista?

—Desde hace casi una hora amor.

—Bien. A las tres puedes quitarte la venda. Uno...

Sofia se la quita antes de llegar a dos. Si, ella es ruda. Esa es mi chica.

—¡Feliz cumpleaños numero veintiuno!

—Oh, amor... Esto es... Por dios... ¡Es hermoso!

Ella admira su alrededor asombrada.

Preparé todo el lugar para la ocasión. Hay un camino de pétalos de rosas rojas y al final del camino hay un gran cartel que dice feliz cumpleaños (Que por cierto yo mismo tardé en hacer. Con ayuda de Fanny, claro), muchos globos con gas helio y una mesa con un mantel color rojo, preparada con todo para una bella cena.

—¿Que es este lugar?

—Nuestro hogar.

—¿Nuestro hogar?— Pregunta asombrada.

—Cariño, dijiste que esperaramos hasta que acabáramos la universidad, pero ya no puedo más. Bueno... Técnicamente solo faltan dos semanas, así que no estoy rompiendo la promesa.— Ella suelta una pequeña risita, lo que me anima a seguir.

Entonces, saco la cajita de terciopelo y me pongo de rodillas...

» Te amo. Sofia, Te amo con todo mi ser. Y aunque a veces hago tonterías que te hacen enojar, estoy seguro de que también me amas. Me harías el hombre más dichoso de todo el mundo si aceptas ser mi esposa ¿Quieres casarte conmigo?

Frunzo los labios nervioso. Se que ella me ama, lo sé, pero aún así mi corazón late desbocado.

—Oh por dios...

—Si... Si necesitas más tiempo para pensarlo...

—¡No! Acepto... Santo cielo... ¡Acepto!— Suelto el aire y coloco el anillo en su pequeño dedo. Ella se arroja a mis brazos y me tumba en el suelo cubriendo mi rostro de besos.

—Tranquila nena, no me comas o no tendrás apetito para la cena.

—Oh... Creeme que ahora en lo que menos pienso es en cenar.

—Te amo.

—¡Te amo!

—Valió la pena esperar.

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FIN

¡TE ODIO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora