Blanco. Eso fue todo lo que divisó luego de que sus párpados se abrieran de manera repentina. Pestañeó reiteradamente y se incorporó de golpe allí donde había estado recostado hasta ese momento. No sabía dónde estaba, no conocía ese lugar así que no pasó demasiado antes de que sus sentidos acabaran por ponerse en alerta.
Oyó un sonido agudo pitar a su lado. Provenía de una computadora que al parecer, denotaba sus signos vitales mediante unos cables que se hallaban adheridos a su cuerpo. Los retiró cuidadosamente.
Sus fosas nasales también se agitaron, percibiendo atentamente los aromas que flotaban en el ambiente. No estaba solo. Un perfume dulce le quemó la nariz suscitando en él el impulso de abalanzarse sobre la fuente de la cual provenía aquel particular olor. Sin pensarlo, tomó a la chica por el cuello y la estrelló contra la pared contigua. La ferocidad se había apoderado de su rostro, exteriorizando sus garras con fiereza, evidenciando lo peligroso que podía ser si quería serlo; desde luego, preparado para cualquier situación que se presentara. Su respiración estaba agitada y sus movimientos resultaron de lo más destemplado.
La examinó. Era de contextura pequeña y a juzgar por su apariencia, debía de tener no más de veintipocos años. Los ojos de la joven estaban algo humedecidos y su semblante era una gama de emociones que no supo descifrar. Oscilaba entre la conmoción y el miedo; entre la tristeza y la alegría simultáneamente.
-¿Dónde estoy? -gruñó él sujetándola vigorosamente.
La sostuvo cerca. Tanto, que podía sentir su suave aliento entrecortado azotar sus facciones. Estaba siendo brusco, desconsiderando la fortaleza que tanto lo caracterizaba. Hasta que advirtió algunos signos de asfixia en el semblante de su presa.
Alivió el gesto, mas no la libró de la prisión que suponían sus grandes manos para ella.
-Estás en la "Escuela Jóvenes Superdotados del profesor Xavier" -respondió la muchacha apenas pudo hacerlo.
Decidió soltarla, sin menguar la guardia bajo ninguna circunstancia. La escaneó por completo: poco más de un metro cincuenta, cabello castaño claro y ojos verdes. Vestía un pantalón negro y unas botas con plataforma e iba abrigada con un grueso sweater de lana color vino.
-¿Qué estoy haciendo aquí? -inquirió con recelo.
Haciendo caso omiso, la chica lo rodeó y y regresó a donde estaba inicialmente: una silla giratoria junto a esa camilla moderna en la que él había despertado. La siguió con la mirada sin apartar los ojos de la figura ella ni un instante. Aún con las garras expuestas por si acaso.
-Estabas herido -murmuró ella jugando con sus dedos-y yo... te trajimos aquí, pues este es uno de los pocos lugares seguros que quedan para nosotros.
Él hombre arqueó una ceja.
-¿Tú me trajiste aquí?
Su tono irónico iba dirigido claramente al hecho de que una persona del tamaño de ella no podría jamás transportar a alguien como él. Notó, por una fracción de segundo, como la pequeña mujer fruncía el ceño apesadumbrada hasta que su rostro volvió a la normalidad nuevamente. Lucía como si se debatiera entre permitirle a su semblante expresar lo que le sucedía, y no al mismo tiempo. Optó por, finalmente, guardar sus garras.
-Yo te he encontrado -continuó de pronto, mirándolo directo a los ojos-, mis compañeros me han ayudado a transportarte para que pudiera cuidar de ti. ¿Cómo te llamas?
Aquella interrogación sonó como a una especie de prueba más que a una verdadera pregunta. La contempló con desconfianza. Entonces sintió que no estaba seguro de cuál era su nombre. Inconscientemente dirigió la mirada hacia abajo... y las vio. Dos placas pequeñas de color plateado que pendían de su cuello, y reposaban sobre su torso desnudo.
-Logan -respondió, pretendiendo sonar seguro. La joven asintió.
-Sé que no recuerdas nada, Logan- él volvió a ponerse alerta y ella dio paso a una breve explicación-. Alguien te ha disparado en la frente con una bala de Adamantio.
De acuerdo. Aquello sí que le había resultado inesperado. Casi tanto como la expresión de dolor que la castaña frente a él dejó ver momentáneamente mientras hablaba. -Han borrado todos tus recuerdos, Logan -prosiguió-. Me temo que será bastante complicado para ti a partir de ahora.
Era cierto. Más allá de lo que había sucedido tras despertar, no conseguía recordar nada. Era frustrante e incómodo; y lo hizo sentirse nervioso nuevamente. Sobre todo cuando la advirtió ponerse de pie y dirigirse hacia donde él estaba.
-Mi nombre es _____ -comentó tendiéndole la mano-, y voy ayudarte a recuperar la memoria.
-Al parecer sabes más de mí que yo mismo -respondió él a la defensiva, ignorando el gesto de la muchacha delante suyo-. Veremos qué puedes hacer al respecto-. Gruñó, y se marchó por la única puerta que había en la habitación.
ESTÁS LEYENDO
The Handler
FanfictionUna vez que su pasado le fue arrebatado nuevamente, Logan no tiene más remedio que comenzar de cero... otra vez. En esta ocasión, acompañado por gente que parece querer ayudarlo; personas que saben todo de él, pero de las que él no sabe nada. Su fr...