Circe ✓

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Me desperté empapada en sudor y con el cuerpo tembloroso. La espalda me dolía y mis alas destacaban libres detrás de mi.

La blusa de mi pijama estaba rasgada y las cosas de mi mesita de noche estaban regadas en el suelo.

—Que desastre. —dije al aire.

Restregué mi cara con ambas manos limpiando el resto de lágrimas y forcé a mis alas a volver a su lugar tragándome el dolor.

Me levanté a recoger todo y tomé una playera gigante que mantenía guardada para este tipo de situaciones, la abracé contra mi pecho durante mi camino a la ducha.

Mientras el agua caía por mi espalda las imágenes de mi pesadilla regresaron a mi mente, de pronto cada marca en mi espalda y cada herida en mis nudillos comenzó a escocer. Mis nuevas lágrimas se mezclaron con el agua hirviendo y mis sollozos retumbaron en las paredes.

Eres una débil lagartija.

Su voz me sobresaltó y vi su rostro reflejado en el cristal, su cabello negro azulado, sus ojos dorados y su sonrisa afilada.

—Lárgate Ïriah.—le contesté girándome para darle la espalda a su imagen.

Su risa me golpeó como un puño en el estómago.

Eres patética, ni siquiera estoy aquí. Pero me necesitas Cir, siempre lo has hecho. ¡Eres una vergüenza!

Mis puños se apretaron mientras giraba la llave para cortar el flujo de agua. Sacudí mi cabeza para librarme de él.

No puedes sólo ignorarme Cir, estoy justo aquí... —en el reflejo de los azulejos lo vi dar un toque en su frente—no puedes huir de los recuerdos.

Apreté los ojos con fuerza.

—Tal vez no de tu recuerdo, pero si de ti.—traté de que las palabras salieran de mi corazón.

Claro que no, aún ahora, después de tantos años—me dijo burlón—sigues buscando mi aprobación, sigues esperando a que te llame como lo que debías de ser.

Él sabía que esto me afectaba.

Sigues buscando que te llame hermana.

—¡Cállate!

Finalmente golpeé el vidrio de la regadera cortando mi mano, los vidrios cayeron al suelo causando un inmenso estruendo, pero no me importó. Ïriah se había ido.

Mi respiración era acelerada y mi cuerpo había comenzado a temblar de nuevo. Escuché como soñaba el timbre de mi departamento y corrí a ponerme la playera e ir a abrir.

—¿Quién es y qué quieres a esta puta hora?—dije lo más cordial posible.

—¿Circe? Soy Lan, necesito hablar contigo.

Al escuchar su voz me paralicé un momento, no quería que notara el estado de vulnerabilidad en el que me encontraba, pero por otro lado, mi temor a permanecer sola ahora, era mayor.

Así que abrí.

—¿Qué sucede?

—¿Puedo pasar?—dijo lentamente.

Me hice a un lado fingiendo que no quería que él estuviera aquí.

—Dios, lamentó haber venido a esta hora pero... ¿Qué le pasó a tu mano?

Miré hacia abajo donde mi piso estaba manchado de sangre y mis dedos escurrían.

—¡Mierda! Yo...

Seres [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora