Ash

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-¿Saldrás hoy, cariño?-abracé a Ryn por la espalda-¿o te estás poniendo linda para mí?

-Hoy debo salir, Ash -volteó y me devolvió el abrazo-. En serio, gracias por dejar que me quede aquí.

-No hay problema nena, por ti daría el mundo-le besé la frente. Darle el mundo sería poco, daría mi vida por su felicidad-. Estaré viendo televisión si me necesitas.

Me besó la mejilla y me dejó ir. En vez de bajar a hacer lo que dije, fui a mi dormitorio y abrí la mesita de noche, apreciando la pequeña caja de terciopelo rojo. La acaricié con un dedo antes de abrirla. Había un anillo negro con un diamante azul. Me había salido un ojo de la cara, pero sabía que a Aeryn le encantaría. Lo guardé en mi bolsillo, tomé papeles y un lápiz y corrí a la cocina.

"Aeryn, desde el primer momento que te vi supe que eras para mí, físicamente has cambiado, tu hermoso cabello azabache ahora es rubio, pero sigues siendo hermosa..."

No, no, no. Arrugué el papel y empecé de nuevo.

"Aeryn, te amo, con todo mi corazón. Eres mía, y tuyo soy, quiero pasar el resto de nuestras eternidades juntos, amándonos, cuidándonos. Y si algún día quedo hecho cenizas, necesito que sepas que mi amor por ti no tiene límites, ésta casa será tuya, para siempre. Al igual que mi corazón..."

Dejé de escribir cuando sentí unos golpes furiosos en la puerta. Por si acaso dejé la pequeña caja junto a los papeles y fui a abrir.

-Hola, Drew-dije nervioso. ¿Sabrá que Ryn...?

-¿Dónde está?

-¿De qué hablas?-me hice el desentendido.

-Ash-dijo apretando los puños-, trae a mi hermana aquí o te juro que te daré una paliza.

-Vamos, Lan...

-¿Qué quieres hermano?-llegó la rubia a nuestro lado.

-Me has estado ignorando por más de un día, no respondes ni las llamadas ni los mensajes-dijo subiendo cada vez más la voz-, no has vuelto a casa y no sé nada de ti, no sabía si estabas bien o la estúpida bruja te había matado...

-Ya, hermano-interrumpí-, ella está bien.

-¡Y tú la ocultaste! Te pregunté muchas veces si sabías donde estaba y negaste-hablaba sin parar-. ¡La tenías en tu puta casa! Pensé lo peor...

-Ya, lo siento. Cálmate.

-Sí, hermano, te saldrán arrugas.

-Exacto, Lan, te saldrán arrugas-reí, logrando que siguiera mi ejemplo.

-Oh-carcajeó-, muérete, rubio.

-Ya lo estoy, amigo.

-Pero hablando en serio, señorita, estás castigada.

-¿Qué?-dijo Ryn en un tono agudo-Debes estar de broma.

-No, no saldrás durante tres años.

-Lan-dijo alargando la vocal y haciendo puchero-. Hoy debo salir.

En eso sonó el timbre.

-Oh, no Aeryn-gruñó arrugando la nariz-, dime que era fetidez no proviene de tu acompañante para salir.

Landrew fue a abrir la puerta y escuché como gritaba. Aeryn quizo ir, pero los celos me hicieron mantenerla en su lugar tomándola del brazo. Hice señal de que guardara silencio, una excusa patética pero al parecer funcionó. En cierto momento se soltó y corrió fuera, luego de eso todo sucedió demaciado rápido.

El lobo insistía en salir con ella, yo le contaba nuestra historia de amor. Parecía que se iba a ir cuando se devolvió y comenzó a luchar con Landrew.

Entonces mi corazón se rompió.

-¡No le dañes! ¡Lan, hermano, por favor!

-Aeryn-dijo con voz ronca y enojada-, dame una maldita razón para no drenarlo.

-Lo amo.

Mi amigo se bajó del lobo y caminó hacía Aeryn, sin poder creerlo. Mi corazón cada vez se rompía en pedazos más pequeños.

Al parecer el lobo le correspondía.

Pero yo no podía aceptar eso. Aeryn es mía, y yo soy suyo, siempre lo he sido y esto no se detendrá a ahora por culpa de un perro sarnoso. Ya la perdí una vez, no pasará de nuevo.

Sin pensarlo dos veces me lancé sobre el lobo, tirándolo al suelo y comencé a golpearle. No reaccionaba, me hacía el trabajo fácil. Hasta que me empujó y me mandó lejos.

Me gruñó y sentí que su mirada me quemaba. Aeryn gritó y Landrew la llevó dentro. Corrí hacia el pulgoso pero él saltó sobre mi, botándome y haciendo que me golpeara fuertemente el cráneo. Veía borroso y oía un agudo sonido, muy molesto. Tenía que devolvérselo. Le tomé una pata y usé mis fuerzas para romperla. Soltó un lamento pero no salió, en el estado que estaba no lo podía sacar.

Tuve una idea. Intenté mirarle a los ojos y pensé en mis mejores momentos con Ryn. Tenía que lastimarlo de algún modo. Odié las palabras que salían de mi boca.

-Besa de una manera espectacular, ¿no? Pero... ¿Sabes cómo es ella en la cama? Es espléndida, y nunca lo experimentarás.

Eso espero.

-¿¡Sólo la quieres para eso?!-ladró, pero en mi mente oí su voz humana.

-Claro que no, pulgoso-reí, está cayendo-, ella me ama, de verdad, y yo la amo a ella. Ya le iba a proponer matrimonio.

Pensé en el hermoso anillo que dejé dentro. Sonreí internamente.

-Durante todos estos años he tenido mucho empleos, tengo cientos de miles de dólares... Tu no tienes mucho, ¿verdad?

-Yo...

-Tu nada-dije triunfante-, por poco y eres un mendigo-recordé lo que Drew había dicho-. Aunque tu madre y hermana se prostituyeran no tendrían suficiente. Ese par de perras ni siendo las más caras te darían lo necesario para hacer feliz a Aeryn.

Comenzó a temblar sobre mí. Estaba teniendo un ataque. Su baba saltaba con todos lados. Sentí que el peso sobre mí variaba.

-¿Qué mierda?

Se quitó de encima mío y comenzó a cambiar, a mutar, ya no era lobo, pero tampoco un humano. Comenzó a mirarse, en ese pequeño lapso de tiempo traté de levantarme pero no pude. Traté de arrastrarme, pero dolía como los mil infiernos. Comenzó a mirar para todos lados hasta que posó su vista en mi. Se lanzó sobre mí y supe que era mi fin. Lo único que logré hacer era gritar.

Pensé en Ryn, "te amo, Ryn". Sentí como mi mensaje llegó a su mente y me rendí. Con su bella imagen en mi cabeza.

Sus colmillos se clavaron en mi cuello y sentí como la luz se apagaba.

-Bienvenido, Ash-dijo Dodda sonriente-. Te estábamos esperando.

La miré, incrédulo y una felicidad inmesa me llenó.

-¡Ashy! -gritó Kim abrazando mis piernas-. Te quiero, hermano.

Lágrimas salieron de mis ojos al tenerlos a ambos en mis brazos, los estrujé y me separé un poco para mirarlos a la cara; Dodda me miraba con su radiante sonrisa envuelta en sus caireles rubios mientras que Kim seguia con esa mirada pilla con la que lo recordaba.

-Y yo a ustedes, pequeños.

-Vamos -me dijo mi hermanita-. Esto terminó Ash.

Antes de ir con ellos cerré mis ojos y murmuré:

-Más te vale cuidarla y hacerla feliz, maldito pulgoso.

Seres [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora