Aeryn ✓

1.9K 101 6
                                    

—¡Landrew!—grité. 

Mi ira iba aumentando poco a poco hasta casi querer sacarle la cabeza.

—¿Qué pasó?— dijo Landrew fastidiado, pues, muy a su pesar, estas escenas ocurren con frecuencia.

—Odio este uniforme, sólo observa -le reclamé a mi hermano señalando los zapatos como punto inicial—: ¿Cómo es posible que me obligues a ponerme estos zapatos? ¡Están horribles!

En los pensamientos de mi hermano había una sola escena y era él rompiendo mi hermoso cuello, con sumo espanto me toque el pecho al mismo tiempo que abría mi boca indignada mirando en dirección a Lan.

—Ni si quiera lo pienses, tonto hermano.—dije en forma de advertencia, rodó los ojos y salió de la habitación. Minutos después regresó, mi ingenuidad me hizo creer que pediría perdón.

—Recuerda que hoy tenemos una junta, y como tu tutor voy a ir. Ahora apúrate que debes cazar antes de irte—sentenció, escuché sus pasos y después azotar la puerta, gruñí al darme cuenta que ya no estaba más en la habitación.

¿Y ahora se supone que lo debo soportar en la escuela? Esto cada vez va mejorando.

Como no podía cambiar mucho, elegí unos bonitos zapatos altos —se veían de muerte—y los metí en mi mochila, en su lugar me puse unos tenis; si debía cazar, no lo haría con ese hermoso calzado, se ensuciarían y Landrew no me comprará otros, es tan tacaño como odioso.

—¡Aeryn! Si no bajas, te quedas sin desayunar—gritó mi estúpido hermano, el huir de casa ya no suena tal mal.

—Ya bajé, vuelvo en 10 minutos—Landrew asintió. 

Fui a cazar, hoy tenía antojo de conejito, así que me comí dos y después regresé a casa. El pelinegro estaba apoyado en su Mustang con cara de fastidiado.

—¡Te tardaste 15 minutos! ¡Ya es tarde!—me reprochó. 

Está bien que sea el hermano mayor, jefe del clan y todo eso, pero, ¿tiene que ser así de gruñón siempre?

—Ya, llévame al Instituto.—ignoré sus regañinas como de costumbre, acto seguido tomé mi mochila y subí a al coche donde ya me esperaba Landrew, quité los tenis de mis divinos pies para ponerme ahora sí los tacones que escogí.

—Dime que es una broma de mal gusto— dijo mi hermano al ver mis zapatos, no le respondí, solo subí el volumen del radio, no quería seguir discutiendo

—Te estás comportando como una ....—dejó la frase incompleta y giró el rostro.

—¿Una princesa? Vaya, al fin dices algo coherente—seguí parloteando, pero su mano tapó mi boca a la vez que se concentraba en descifrar un olor, pues arrugaba su nariz una y otra vez.

—Silencio— demandó.

Sentí un olor a perro, escuché unas pisadas de un animal grande a lo lejos y luego de procesar todo, lo comprendí. Mi ira que ahora era miedo, me hizo gritarle a Landrew.

—¿Me trajiste aquí con weres? .

—No lo sabía, no hagas alborotos y todo saldrá bien-me ordenó, rodé los ojos y me bajé del auto sin decirle adiós.

¿Quién se cree? ¿Yo hacer alborotos? Nunca.

Uno pensaría que al llegar a un nuevo Instituto rodeado de gente nueva, alguien se te acercaría por lo menos por curiosidad, pero en realidad es todo lo contrario; aquí nadie te decía hola ni por equivocación, cada quien vivía en su propio mundo. Caminé hasta dirección y recogí el horario que me tenían preparado, tal como Landrew me ordenó, se supone que será mi gran panorama-nótese el sarcasmo- el resto del año. Guardé esa hoja a un costado de mi mochila, seguí andando hasta llegar a mi primera clase, mi humor estaba por los suelos al ver a la pasita que se hacia llamar maestra en donde se suponía que era mi clase, tomé un asiento y me puse los audífonos  como signo de aburrimiento.

Seres [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora