Circe

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Aparqué mi motocicleta detrás de unos cuantos coches antes de la entrada del edificio con los sentidos alerta. No sabía cuantos ángeles caídos más habría por el perímetro y debía de andarme con cuidado de que no registraran mi presencia por lo menos hasta que hubiera localizado al menos una ruta de escape.

Di una vuelta asegurándome de que no hubiera centinelas por ningún lado, ni cámaras que captaran una transformación en caso de ser necesario. Después de todo esto, se acercó más y más a la propiedad hasta estar en frente de la puerta. El olor de Ligësi y de su hermano, Daemon, según le habían informado sus fuentes, le inundó las fosas nasales. Uvas rojas, ciruelas y madreselva. Me dieron ganas de estornudar.

Yo sabía que no había necesidad de tocar la puerta, ellos sabían que estaba parada frente a su puerta.

Así que después de unos instantes, la puerta finalmente se abrió revelando a Lï.

-¿Qué quieres? -dijo con una expresión de asco en su cara sin permitirme pasar.

-Vengo de nuevo con una propuesta -avancé con decisión hasta encontrarme dentro del departamento-. Y con una nueva actitud si eso te tranquiliza.

Repasé con detenimiento el lugar deteniéndome en las dos maletas que se encontraban cerca de la puerta, y como Ligësi aún no contestaba, las señale con la barbilla.

-Aunque a juzgar por eso... sólo pierdo mi tiempo -me giré hacia ella-. ¿Huyendo?

-No, sólo saldremos a una excursión familiar... no es que tu sepas mucho de eso.

La voz que salió de mis espaldas era ronca y poco familiar, pero profunda e imponente, al igual que su dueño. Daemon Black me miró desde el pasillo con una sonrisa socarrona en su rostro.

-Tienes razón cariño, digamos que preferí aprender a comer antes que a querer -le dije dando un par de pasos hacía él.

-Di de una vez a lo que viniste -me dice Lïgesi interponiéndose entre su hermano y yo.

Torcí la cara en un gesto para después mirar sobre su hombro y dedicarle una sonrisa a su hermano.

-Primero necesito saber que están de nuestro lado -pasé las manos por un mueble calentándolo hasta que salió un poco de humo -, tenemos algunos aliados que vienen en camino; más poderosos de lo que se puedan imaginar.

-¿Ah si? -dice caminando a la sala- Muy bien, ahora dilo -y se dejó caer en un sofá.

La miro por mis ojos entrecerrados dándome cuenta de que Lïgesi nunca sería de mi equipo, sólo sería una ayuda, pero nunca un soldado. Así que no perdía nada en decirle, los del otro equipo no podrían hacer nada una vez que liberaran a los Seres.

-¿Alguna vez han oído hablar de... los seres oscuros? -me senté frente a ella.

-Si que vas en serio -dice Daemon sentándose a un lado de su hermana.

Le ofrecí una sonrisa de satisfacción. Yo nunca hago las cosas a medias.

-¿Qué con ellos? -pregunta Ligësi.

-Tenemos la manera de traerlos -me miré las uñas pintadas de gris-. El mismo jefe ha aceptado pelear a nuestro lado. Con tal de que los saquemos.

La ira rugió en sus ojos.

-¿Si sabes que si esto sale mal, ellos podrían arrasar con todo? Son más poderosos que todos juntos, va más allá de lo que quieres ¡podrías transformar esto en dos peleas!

-Estoy dispuesta a correr el riesgo -le contesté, seria.

Su expresión volvió a ser neutra.

-De acuerdo, estamos contigo. Pero sólo una cosa te digo, si en la pelea contra el círculo tocan a mis padres... sus días estarán contados -se levanta y mira su teléfono-. Dae, creo que es hora de irnos.

Seres [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora