Aeryn ✓

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Ayer casi muero, pero eso ya no tiene importancia, ya es cosa del pasado, estoy lista para intentar morir de nuevo. Lo tomaré como una nueva oportunidad de hacer algo que valga la pena, si Nosferatu me dio una nueva oportunidad es por algo. A quién engaño, seguiré igual que siempre, un accidente así no cambiará el resto de mi existencia.

Aunque, siendo honesta, con el suplicio que es vivir aquí no me habría molestado morir, no, mejor, quedar en coma durante un tiempo. Landrew no ha cambiado de opinión en cuanto al instituto, y con tantas meriendas caminantes que no puedo comer siento a mis colmillos quejarse. 

Hablando de ese horroroso edificio, mi hermano no ha parado de gritarme para llevarme, y así asegurarse de que llegue, así que a paso lento bajo las escaleras viendo la irritada mirada de mi dulce hermano.

  — No te quejes — hablé antes que él —, todo esto es tu culpa por inscribirme y todo eso.

  — ¿Es mi culpa que te veas como una colegiala? Cambia a una apariencia más adulta y demuestra madurez.

Le saqué la lengua con asco.

   — Seré divina y joven por siempre, hermano. 

   — Contigo no hay caso — suspiró —. Ve a cazar rápido.

Estuve acechando unos momentos hasta que un venado hembra, ya adulta, se detuvo en el punto exacto. Salté sobre la mamá de Bambi  —es trágico pensarlo así, pero así son las cosas— y mordí. No estaba mal, pero me gustan más los conejos, los que no tenía tiempo para buscar por culpa del estúpido vampiro que me trajo aquí. Dejé el venado a la vista para que los depredadores del bosque aprovecharan su carne. En el fondo soy buena persona, supongo.

Limpié mi boca con un pañuelo y me di vuelta para volver. Sin darme cuenta, me había alejado bastante de la casa, no le presté importancia a ese hecho y caminé hasta un gran árbol que se me hacía conocido. El bosque estaba despertando; los pájaros comenzaban a cantar, la brisa en las copas, las ramas y las hojas en el suelo, era todo lo que se escuchaba. 

Entonces oí rápidas pisadas detrás del tronco grueso al que me acercaba. Sonreí contenta. Mi desayuno tendría segunda parte.

— Ah — bufé, no habría segunda parte   —, eres tú. 

El chico que me salvó ayer se terminó de poner una camiseta y me miró. Tuve deseos de hacer un puchero, sin camiseta se veía excelente. Por su olor, era obviamente un were, un lobo si no me equivoco. Landrew dijo que no hiciera inconvenientes ahora que se venía el tratado, así que le dejé ahí, pero antes de lograr irme habló.

 — Ayer no me agradeciste. — dijo serio.

 — ¿Yo? ¿Agradecerte? — reí  —  ¿Por qué?

 — Pues — sonrió sarcástico, su tono era molesto—, por que te salvé, chupa sangre—él también sabe lo que soy, tal vez me vio cazando o fue mi olor, estas bestias tienen nariz muy aguda—, pude dejar que ardieras.

  — Yo no te pedí nada. 

Me encogí de hombros y caminé hacia mi casa. Lan debía estar furioso.

  — Tienes razón— sentí su mano caliente deteniéndome por el hombro, me volteó y sus manos me tomaron por los brazos—, no me pediste que fuera por ti, mi instinto me hace ir. Pero de todos modos te salvé, un gracias no hace daño.

Seres [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora