Cambio de planes

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—Cambio de planes—

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*_LEVI_*

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Hoy desperté con ganas de besarte

Me removí al sentir algo cálido chocar contra mi nuca descubierta. Ah, mierda. Aun no me sentía preparado para afrontar la realidad más allá de la puerta cerrada de mi habitación, aun sentía mi cuerpo demasiado pesado, igual los parpados y la cama justamente ahora parecía estar hecha de plumas y mucho, mucho algodón de azúcar...con aroma a vainilla.

Tengo una sed de acariciarte—

— ¡Mmmh! —aparté la mano de Eren al sentir como levantaba un buen tramo de mi camiseta—Basta.

Enredarme a ti y no soltarte—suspiré al sentir una vez más su tacto tibio sobre mi abdomen. Era imposible descansar con tipos de esa edad. No lo digo por experiencia, no me he acostado con alguien menor que yo, claro. Lamentablemente esta era la primera vez—Eres tan embriagante. Eres tú.

Oh, Dios. ¿Cómo no me di cuenta antes? Una sensación vibrante comenzó a hacerse paso por mi pecho hasta la base de mi estómago, provocando que me volviera a sentir nervioso y emocionado a la vez. Carajo. Maldito cuerpo y maldita cada una de sus formas de demostrar que estoy vivo.

Estaba cantándome...otra vez.

Pero la diferencia era que ya no demostraba inseguridad al hacerlo, como sucedió la primera vez. Ahora no solo me cantaba empleando susurros sugerentes. Oh, claro que no. También se sentía lo suficientemente determinado de pasar sus manos por mi cuerpo sin ningún tipo de modestia y a pegar su cuerpo al mío con total libertad. No es como si me sintiera incómodo al sentirlo —o al menos eso quería hacerme creer—, es solo que esa estúpida sensación no hacía más que acrecentar cada vez que Eren dejaba al aire un verso.

Ese mocoso ha sido la primera persona que me ha cantado. Y ese simple hecho me hacía sentir especial. Aunque quien sabe... seguramente ya ha pasado por relaciones antes, nada le impedía dedicarles canciones.

Quiero contemplarte sin contar el tiempo. Dibujarte con mis puros recuerdos—Eren continuó, pero mi mente aún seguía creando conjeturas...estúpidas—En mi mente marcarme tus labios, tus besos.

Estar aquí otro momento. Eres tú.

¿A quién quería engañar? Mierda, el simple hecho de pensar en sus labios soltando palabras —más que todo, si eran cursis—a otra persona, me provocaba un estremecimiento irritante al fondo de mi pecho. Ni hablar de los deseos de ahorcarlo a él y a la persona que se supone que es solo obra de mi mente inquieta.

Algo que nunca pensé que sucedería.

Me giré entreabriendo los ojos y justo cuando estaba a punto de empujarlo fuera de la cama sentí sus labios invadiendo los míos con agilidad—Me encanta verte, tenerte, abrazarte cuando estoy a un lado de ti—esparcía besos y yo comenzaba a sentirme tonto...otra vez—Todo lo bueno de mi florece. Eres tú ese imán de una preciosa energía, es tu alma que envía señales a mi cuerpo—Oh, pero que ironía. Llevé mis manos a los mechones esparcidos por su nuca al tiempo que él apoyaba su frente sobre la mía, aun cantando con sus labios pegados a mi mejilla—Porque este sigue pidiendo ese aroma de ti, que me invita al acecho. Eres tu—Mocoso presuntuoso, ¿Por qué tenía una voz tan malditamente sexy? ¡¿Porque, maldición, porque?!

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