La vida de la familia Jaeger (parte dos)

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Les traigo la conti, con mucho, mucho amor <3333 Disfrútenlo :´33

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*_LEVI_*

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En realidad no lo lastimé.

En cualquier momento se cansará.

Solo soy el capricho de un mocoso.

Bueno, ahora sabía que todos esos pensamientos no eran más que mentiras muy bien estructuradas e ilusorias.

Pase de ser un capricho a ser veneno corrosivo en una sola noche. Lamentable.

¿Cómo pude dejarme hablar de esa forma por una niña grosera y estúpida? Nadie me habla así, debí haberle contestado, debí haberle dicho algo, cualquier cosa para que se callara. Después de todo esa niñata era una Ackerman, no hubiera parado de lanzar palabras con el solo fin de lastimar a quien las recibe, no hice del todo mal en salir antes de que comenzara a exaltarse.

Luego estaba Eren. No creí que la Mikasa de quien hablaba era justamente esa Mikasa. Por una parte fue en  mi culpa ya que no la reconocí esa mañana en la cafetería, y también no haberle preguntado a ese mocoso si los lazos como que hermana que la unía de ella, eran de sangre. Pero no se me pasó por la cabeza formular esa pregunta, no la creía necesaria. Pero ahora…

El celular dentro de bolsillo de mi chaqueta empezó a vibrar con potencia, sobresaltándome. Esperé a que dejara de moverse para volver a relajarme en mi muy poco suave asiento y apoyé mi espalda en el árbol detrás. El césped aún estaba medio húmedo a causa de lo frío que estaba todo el ambiente, pero no iba a quejarme. Era el único lugar al que podía correr con la certeza de que Eren no me encontraría.

Aunque ¿Quién sabe? Ese mocoso siempre terminaba haciendo algo fuera de todo contexto, sorprendiéndome y tomándome con la guarida baja. No estaría mal esperar un poco más en ese pequeño parque, después de todo no era desagradable estar ahí….No lo era si no dejaba que los recuerdos bien guardados  en mi cabeza deformen el escenario.

Clavé mi mirada en la poca iluminación del pequeño lugar; se trataban de unos faroles medianos que estaban siendo sostenido por una firme barra de metal de color negro, tenía un estilo muy particular a mi parecer, porque esos pequeños detalles ubicados a lo largo del camino lleno de piedritas, le daban al parque una apariencia de antigüedad. Era cómodo estar ahí, es como si estuviera paseando por aquellos parques de la época victoriana, elegantes de toques familiares y cálidos. Siempre me ha gustado este lugar.

Y a pesar de que amaba ese lugar, lo volví a pisar después de casi cuatro años.

Cerré los ojos y dejé caer mi cabeza hacia atrás sobre ese viejo roble del que se asomaban pequeñas florecitas de todo color, aunque ahora que lo recordaba ese árbol tenía muchos más de esas flores, ahora habían muy pocas. En ese instante la puerta de los recuerdos guardados se abrió, tan de repente, volviéndose inevitable volver a cerrarlo en esa caja con llaves, lo peor de todo es que me sentía demasiado cansado como para volver a cerrarla.

Mira, Levi.

— ¿Qué cosa?

Mi madre se acercó más a mí, teniendo sumo cuidado y moviéndose despacio para no incomodar al bebé dentro de su vientre. Me sonrió.

— ¿Sabes que este parque es mágico?

—Claro que no es mágico, mamá.

—Sí, lo es. Observa—utilizó una de sus manos para apuntar un árbol lleno de pequeñas florecillas de un color diferente cada una, a lo lejos mientras que la otra se cerraba sobre mi mano y le daba un ligero apretón—Si algún día llegas a enamorarte, ese árbol será tu mayor confidente y guía.

Amigos con DerechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora