Promesa

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                                                                               -Promesa-

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*_LEVI_*

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¿Cómo pude decirle que si?

Me maldije internamente por haber sido tan despistado con sus preguntas. Debería haber puesto más atención en las palabras que salían de sus labios la noche anterior, aunque podía tomar como una buena excusa el hecho de que estaba demasiado cansado para pensar coherentemente y analizar el favor que me estaba pidiendo. Pero como siempre no podía culpar solo al cansancio y al sueño.

¿Por qué me lamentaba?

Después de todo ya no podía hacer nada…tal vez saltar del taxi  ayude, aunque lo más probable es que terminé roto algún hueso. Bufé con resignación, mejor sería tener un hueso roto que volver a toparme con el rostro amargado de la hermana problemática de ese mocoso ¡¿Cómo pude decir que si?!

—Levi, ya llegamos—reprimí el deseo de aferrarme con uñas y garras al asiento para no tener que bajar. Lamentablemente ese no era yo.

Abrí la puerta y salí con toda la paciencia del mundo de aquel transporte asfixiante…aunque a comparación, prefería mil veces el taxi asqueroso libre de tipas sobreprotectoras y más locas que la cuatro ojos de Hanji. En cuanto salí, Eren se apresuró a tomarme de la mano y a entrelazar sus dedos con los míos. Volteé a mirarlo y él se limitó a ofrecerme una sonrisa cálida y a darme un suave apretón.

— ¿Estas bien?

Asentí con el ceño fruncido— ¿Qué te hace pensar que no lo estoy?

—Por la forma en como frunces tus labios—apreté los labios inconscientemente, y aparté la mirada hacia el suelo. De alguna forma la grava esparcida por toda la superficie de pronto me parecía más interesante y fácil de ver. Escuché como Eren soltaba una risita y me jalaba hacia la puerta.

Golpeó el botón del timbre al compás de una música silenciosa, lo supe una vez terminó de timbrar y siguió silbando bajito la continuación de aquel la dichosa canción. Alcé la ceja con diversión al darme cuenta de que la canción no era ni más ni menos que la que cantó cuando estábamos recostados en la cama. Olvidé preguntar cómo se llamaba, ya se lo preguntaría cuando estuviéramos solos.

La puerta se abrió después de unos cuantos segundos contados ¿Por qué no me sorprendió?

Mikasa ni bien vio a Eren se abalanzó a sus brazos, provocando que el diera traspiés hacia atrás y claro, arrastrándome de paso a mi en ese abrazo afectuoso.  Gruñí molesto e intenté soltarme pero en seguida Eren afianzó más mi mano.

—Mikasa…auch—murmuró dándole unas palmaditas suaves en la espalda de su hermana.

—Eren, te extrañe. Por cierto…—se separó de él aun sosteniendo sus hombros con firmeza—Nuestros padres están… ¿Qué…Que hace él aquí? —Empezaba a pensar que esa niñata me estaba ignorando a posta pero a juzgar por su rostro al borde de la histeria al verme, supuse que justo ahora acababa de darse cuenta.

—Que educada—solté con sarcasmo a lo que ella tensó la mandíbula con odio.

—Vino a ver como practicamos—Y el mocoso como siempre intentando aligerar el ambiente con total ingenuidad y optimismo.

Amigos con DerechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora