Bievenido, Eren Jaeger

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—Bienvenido, Eren Jaeger—

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*_EREN_*

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Aun no entendía exactamente qué es lo que estaba sucediendo.

Podía culpar a mis excepcionales ideas saliendo y entrando por mi cerebro, llegando a mis labios y simplemente huyendo por ellos. En realidad, no había de otra. A veces mi bocota no solía cooperar con la parte realista y coherente de mi cerebro. Era difícil sacar algo bueno de ello, aunque tampoco se podía decir que siempre era así.

Digo, no es como si nunca hubiera ganado algo bueno al simplemente dejarlo ser.

Levi, puede ser un buen ejemplo. El mejor ejemplo... El primero.

—Levi, por favor acerca alguna de las sillas para tomar el polvero de la alacena...Oh, espera—la madre de Levi, dejó de estirar su cuerpo intentando alcanzar el mango del polvero azul y me regresó a mirar con una sonrisa— ¡Eren!...Ah, ahora tomar cosas de lugares altos ya no será un problema. No más—le dio unos leves toquecitos a su cabello sujeto en un apresurado moño mientras se retiraba y se ubicaba a lado de un ceñudo Levi—Guapo, talentoso y alto. Me siento orgullosa de ti, Levi.

No supe cómo reaccionar. El comentario me había tomado completamente por sorpresa y tuve que girar enseguida la cabeza hacia la ventana para ocultar la risita que inevitablemente se me había escapado, aunque claro. Obviamente no pasó desapercibido para ninguno de los dos.

—Ja-Ja. A tu lista le faltó añadir un "mocoso inmaduro" —gruñó Levi lanzándome una mirada burlona—Y hormonado.

—Bueno...—sonrió cruzándose de brazos—Eso yo no lo sé. Supongo que ambos ya deben saber más de lo que deberían.

—En realidad...—

—No quieres saberlo, mamá—me interrumpió Levi pasándome de largo, no sin antes lanzarme una de sus tantas miradas entre sugestivas y burlonas— Voy a terminar de ordenar la habitación.

—Está bien—murmuré rozando levemente la punta de sus dedos antes de que terminara por salir de la cocina.

Kushel aún se mantenía de pie frente a mí cuando volví a prestar atención. Me sonreía de una manera peculiar. Como si supiera algo que yo no y de alguna forma eso la alegrara de sobremanera. Me empezaba a inquietar ese hecho, no porque ella me desagradara ni nada —en realidad era todo lo contrario—. Solo era esa mirada. Me hacía sentir al descubierto.

Me inquietaba... porque algo en ella me hacía querer cerrar los ojos y empezar a recordar mi tormentoso pasado.

—Em...—sonreí con rapidez antes de extender mi brazo hacia el polvero y tomarlo. Mi sonrisa de pronto dejó de sentirse forzada al imaginarme a Levi tomando una silla y subiéndose en ella para poder alcanzarla. Y mi sonrisa casi se vuelve carcajada al preguntarme ¿Por qué es que siempre volvía a dejar ese objeto en lugares altos? Nunca se lo había preguntado. Debería hacerlo...

—Gracias—volví a toparme con su sonrisa, aunque esta vez tenía un toque un poco más suave— Gracias por todo, Eren.

Fruncí el ceño sin entender del todo las últimas palabras y el tono cariñoso que llevaron consigo. Ella soltó una ligera carcajada y tras tomar con cuidado el polvero, dejó la cocina.

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