Prefacio

6.9K 480 42
                                    

Llovía a cántaros sobre la ciudad de Nueva York, la lluvia empapaba los edificios, las plazas, los parques y algunas cuantas personas trataban de cubrirse sin mucho éxito. Comenzaba a hacerse de noche, los ciudadanos regresaban a su hogar después de un arduo día de trabajo. Y las luces que tanto distinguían a la ciudad se iban encendiendo. Al parecer todo estaba en calma, parecía una noche cualquiera en Nueva York, pero en otro lugar de la ciudad no había esa paz.

Dos patrullas de policías y un coche perseguían a toda velocidad a tres camionetas último modelo. Parecía una simple persecución de policías y ladrones, pero no era así, eran policías pero los que eran perseguidos eran más peligrosos que unos simples ladrones. Las patrullas pusieron a sonar sus sirenas, las camionetas se metían entre las calles para despistar a los policías. Pero no lo lograban.

En una de las camionetas viajaba una familia, el padre, la madre, y la pequeña niña de cinco años. Esta última estaba asustada por los movimientos bruscos que su padre hacía, sollozaba, y su madre la tomaba de la mano y le repetía: "No pasa nada, cariño" pero la expresión de la madre no era tan convincente.

—Nos van a atrapar —maldijo el padre.

La madre soltó a la pequeña haciéndola que llorara más. El padre sacó un arma, una AK-47, la madre sacó una pequeña pistola de su bolsa. El padre habló por un radio.

—Prepárense para atacarlos —dijo el señor.

—Sí, señor —se escuchó la contestación en medio de las interferencias.

—Si no nos dejan por las buenas, nos dejaran por las malas —murmuró.

La madre tragó saliva, se volvió a su hija y la miró. Mientras el padre se bajaba de la camioneta preparando el arma, la madre se acercó a su hija le dio un beso en la frente. Después de esto, la señora también bajó de la camioneta. Entonces los ruidos de bala comenzaron. Se escuchaban los fuertes impactos en la camioneta, y la pequeña se tiró al suelo de la camioneta, aun asustada y llorando. Cada balazo asustaba más a la niña, cerraba sus ojitos y se abrazaba a su muñeca. Se escuchó un grito desgarrador fuera del auto.

—¡Llévate a la niña! —gritó su madre.

De repente el padre abrió la puerta de atrás y en sus brazos tomó a su hija. La pequeña seguía con los ojos cerrados y se aferraba a su padre. La lluvia no tardo en empaparle todo su pequeño cuerpo. Su padre caminó más deprisa.

—Todo va estar bien mi niña —le dijo mientras la ponía en el suelo. Sonidos de bala se escucharon seguidamente —Escóndete ahí cara mia, todo va estar bien —el padre le dio un beso a su pequeña en su frente. Después le dio la espalda.

La pequeña, asustada, se dio la vuelta pero justo delante de ella estaba un callejón. Otros sonidos de balas la hicieron que se introdujera en aquel lugar rápidamente, para esconderse.

Al entrar ahí se pegó a la pared y se tumbó en el piso, tapándose los oídos. Entonces notó la presencia de alguien, quien se sentó a su lado. De inmediato ella se giró para ver quién era. Un niño de cabello café y ojos grandes de color marrón la miraba con miedo. La lluvia ocultaba sus lágrimas. Otro sonido de bala, esta vez se había escuchado bastante cerca, y los dos niños dieron un brinco.

—¿Tus papás están ahí afuera? —dijo el pequeño con miedo en su voz.

—S..s..si —sollozó la niña.

—Los míos también—susurró.

—Tengo miedo —le dijo la niña con voz temblorosa.

—Yo también tengo miedo — el niño se pegó más a ella, buscando protección.

—Papá dijo que... todo estaría bien — a pesar de que ella estaba muy asustada trató de calmar a su compañero de escondite.

El niño asintió débilmente y tomó la pequeña mano de la niña. Cada vez que se escuchaban esos horribles sonidos, los dos se abrazaban, tratando, de una manera muy inocente, de quitarse el miedo. La lluvia los seguía mojando, ya no hablaron, y solo se limitaron a hacerse compañía, esperando a que toda esa pesadilla terminara. Se cansaron de esperar y se quedaron dormimos.

La pequeña volvió a estar en los brazos de su padre, confundida en medio de la lluvia miro el callejón donde el niño que le había hecho compañía ya no estaba. Volvió a aferrarse al cuello de su padre, soltando unas cuantas lagrimas más.

Peligrosa { #1 Saga Peligrosas }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora