26. Valentía y Justicia

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Mi mente estaba sumergida en sueños donde aparecía Peter, haciéndome el amor nuevamente, pero nada se comparaba con la realidad. Por una vez en mi vida la expectativa no podía superar a la realidad.

Poco a poco fui haciéndome consciente, sin abrir los ojos sonreí y suspiré. Me sentía plena. Abrí mis ojos lentamente, la luz del sol me molestó por unos segundos pero pronto se acostumbraron. A mi lado y debajo de mis sábanas blancas se encontraba Peter, dormido como un angelito, su cabello desordenado y sus labios hinchados por los tantos besos que nos dimos. Sería feliz todas las mañanas al despertarme a su lado, sería perfecto. Aun yo estaba desnuda y las sabanas me cubrían, pero ya no me sentía intimidada ni avergonzada.

Me acerqué lentamente a Peter, quien dormía boca abajo y tenía atrapada una almohada en sus manos. Descansé mi cabeza más cerca de él y sonreí al mirarlo con detenimiento. Era tan bello y era sólo mío.

—Peter —lo llamé para despertarlo —, Peter.

—Mmm—dijo a duras penas.

—Despierta Peter, buenos días —dije sonriendo.

Peter abrió sus ojos un poco y al verme tan cerca me sonrió.

—Amor, buenos días —dijo en voz baja y adormilada, levantó un poco su cabeza y observó a su alrededor, lo dejé que sus recuerdos llegaran poco a poco. Luego volvió su mirada a mí y me sonrió —. Qué lindo es amanecer a tu lado.

Me reí.

—Lo sé. Tuvo el mismo sentimiento al despertar y verte.

Peter ya no habló más ya que se volvió a quedar dormido. Me acerqué un poco más a él y deposité un beso en sus labios hinchados, una ligera pero dulce presión.

—Te amo — susurré.

—Yo a ti, hermosa —susurró él.

Solté una risita, pero no insistí en que se levantara, lo iba a dejar descansar. La noche que pasamos fue agotadora Me quité las cobijas de encima y me senté en la cama, me estiré un poco y también bostecé. Estaba algo adolorida, sobre todo de la entre pierna, pero no importaba porque yo había pasado una de las mejores noches de mi vida.

Me levanté de la cama, y me di cuenta que en realidad estaba muy molida por todos los movimientos hechos. La ropa estaba esparcida por todo el piso. Estaba haciendo frio y lo noté porque la piel se me puso de gallina, temblé un poco y me abracé a mí misma mientras me encaminaba a la puerta de la habitación. Desde lejos había notado un papel que estaba en el suelo, como si alguien lo hubiera pasado por debajo de la puerta.

Espero que estés bien, nos vemos más tarde. Papá.

Quería creer que ese mensaje me lo había dejado hoy por la mañana o ayer por la noche antes de que llegara con Peter, porque no habíamos podido estar en completo silencio durante la noche y mi padre se pudo haber dado cuenta de lo que ocurría en mi habitación en esos momentos.

Dejé la nota en el tocador y luego me dirigí al baño. Lo primero que hice una vez ahí fue mirarme en el espejo. Mi pelo era un desastre. Tenía unas marquitas de dientes en el cuello y una marca roja en mi hombro. Si la noche anterior al mirarme en el espejo me había sentido diferente y madura, ahora me sentía más diferente aun. El hecho de saber que ya no era virgen me hacía sentirme extraña pero al mismo tiempo había una felicidad muy grande. Físicamente todo estaba igual, mentalmente no podía sentirme mejor.

Abrí la llave de la ducha y esperé el agua caliente. Me metí en la regadera y mis músculos se relajaron mucho más. Cerré mis ojos y mientras el agua caía resbalando por mi cuerpo comencé a recordar lo sucedido en la noche. Las caricias, los besos, su piel desnuda contra la mía. Todas esas sensaciones que jamás había sentido. Un estremecimiento recorrió mi espalda haciéndome suspirar. Me pase unos dedos sobre los labios, recordando los besos de Peter.

Peligrosa { #1 Saga Peligrosas }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora