28. Tiempo de Navidad

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—¿Entonces tienes que irte?

Asentí e hice un mohín, ya le había dicho que tenía una misión fuera del país. Era bastante temprano para tener este tipo de conversaciones pero no iba a empezar a mentirle a Peter.

—¿Cuándo?

—Pasando Navidad. Espero estar de vuelta antes de la víspera de año nuevo, pero lo dudo.

Peter dejó de mirarme y se recostó de nuevo en la cama, con sus manos detrás de su nuca. Gateé hasta alcanzarlo y lo abracé por la cintura, mientras mi cabeza se posicionaba en su pecho.

—No te enfades — pedí.

—No me enfado, me preocupo — acarició mi cabeza lo que hizo que la alzara y me topara con su rostro. En él había una sonrisa desganada—. Sé que puedes cuidarte tú sola, pero eso no evita que estés expuesta a peligros y más en un país que no conoces.

—Tienes que hacerte a la idea de que estaré viajando seguido, Bruno y sus negocios se extienden de forma internacional.

Él asintió, pero siguió sin mostrar una expresión de alegría.

—Deja de pensar tanto y mejor disfrutemos de estar tú y yo en esta cama — me reincorporé hasta quedar sobre él, deslicé mi cuerpo desnudo sobre el suyo y alcancé a besar sus labios lentamente.

Era la tercera vez que habíamos estado juntos y podría decirse que empezábamos a mejorar, a sentir más y a disfrutar más.

Estaba entrando en calor cuando Peter me apartó y me sostuvo las caderas para que permaneciera sentada sobre él. Lo miré alarmada.

—¿A dónde dijiste que vas? — preguntó con los ojos bien abiertos.

—A México — respondí con una expresión de confusión, ¿acaso no me había escuchado antes?

—Dime exactamente a dónde. ¿No vas a la Ciudad de México?

Negué y fruncí el ceño.

—Un lugar llamado Culiacán, Sinaloa. Lo he revisado en el mapa, en coche hago dos días aproximadamente — me encogí de hombros.

—Sinaloa... me suena de algo. Creo que mi padre puede tener registros sobre ese lugar, necesito... — lo interrumpí con un beso largo.

—Después, ahora solo quiero que necesites a tu novia — mis palabras funcionaron porque Peter sonrió y noté su emoción al estar tocando su cuerpo.

Lo besé despacio al principio pero conforme explorábamos nuestros cuerpos iba encendiendo partes de mí cuerpo, por eso terminé por devorar sus labios de forma desesperada. Peter gruñó contra mi boca y envolvió mis labios en caricias llenas de pasión, de un movimiento me tomó en sus brazos para volver a depositarme en la cama y él quedo sobre mí. Mis manos se pasearon por su ancha espalda y mis manos juguetonas no pudieron evitar ir hasta su trasero desnudo.

—Angela, tienes que saber...

Escuché claramente cuando la puerta se abrió y enseguida intenté ocultarnos bajo las sábanas, pero era inútil. Liv había obtenido un primer plano de nosotros desnudos y comenzando a hacer algo.

—Ay, lo siento. De verdad — dijo mi prima desesperada y regresando por dónde había llegado—. ¡Perdón! Debí tocar, pensé que no estaban haciendo nada malo.

—¡Liv, deja de pedir perdón y aléjate!

—Okey, hablamos cuando termines — se rio entre dientes —. Tienes un lindo trasero Peter.

Solté una carcajada, sabía que mi rostro estaba muy sonrojado pero ver como Peter se sonrojaba era todo un momento.

—¿Gracias? — dijo aún apenado.

Peligrosa { #1 Saga Peligrosas }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora