40. La Verdadera Familia

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Salimos en cuanto antes de la casa porque ya no podía soportar otro momento más estando en el lugar dónde habían matado a mis padres. Todavía estaba tan abrumada por tantos nuevos descubrimientos que no me percaté que un señor fuera de la propiedad nos llamaba, hasta que estuve a pasos de salir pude notar su presencia.

—Muchachos, ¿qué hacían ahí dentro?

—Discúlpenos, el cancel y la puerta estaban abiertos. ¿Usted cuida la propiedad? —Peter era el que estaba hablando.

—No —respondió de inmediato—, yo no me encargo de eso, no es mi deber pero vigilo que los niños del vecindario se mantengan alejados. Es muy peligroso estar adentro, el incendio dejó muy inestable la madera y pueden ocurrir accidentes.

—Sí, tiene razón, es mejor mantener alejados a los niños. Y a cualquiera — le dio la razón.

—¿Usted sabe que sucedió con esta casa? —intervine.

—¿Por qué señorita? ¿Le interesa comprarla? No se lo recomendaría, esta casa debe de ser demolida y construir una nueva porque quedó en malas condiciones. Además que se esparce el rumor que es una casa embrujada —el hombre soltó una risa ligera y se pasó la mano por los cabellos lacios y grisáceos—. Por supuesto que eso es sólo una mentira.

—No me interesa, en absoluto —respondí— puesto que pertenecía a... unos familiares, pero no se me ha informado nada con respecto al incendio. Me enteré gracias a un periódico antiguo

—Bueno, lo que sucedió fue que un incendio consumió la propiedad dejando a nadie sin vida. No pensé que la casa tuviera algún dueño y que por eso estaba en completo abandono —comentó.

—¿Saben cuál fue la causa de tal incendio?

El hombre se quedó serio por unos momentos y apartó la mirada de mí, balbuceó un poco pero luego dejó escapar un suspiro.

—No sé si sea tiempo de contar la verdad.

—¿Cuál verdad? —me apresuré a preguntar.

—De lo que de verdad pasó —me miró consternado pero yo necesitaba que me dijera, le supliqué con la mirada que hablara—. No son policías, ¿verdad?

—Por supuesto que no — respondí al instante, Peter lo dudó por un segundo pero no debía de mencionar que teníamos la conexión con su padre—. De verdad me interesa saber lo que sucedió.

—Está bien se los diré, pero deben prometer que esto no se lo pueden contar a ninguna autoridad. Sería hombre muerto.

Se me heló la sangre pero no permití que eso me detuviera de saber algo más.

—No se preocupa — aseguró Peter.

—En esta propiedad vivía una pareja con apenas una pequeña niña de no más de dos años. Parecían ser felices, como cualquier otra familia del vecindario. Yo, desde ese entonces soy el velador de las casas del vecindario, sobre todo en las temporadas en que las personas dejaban los Hamptons para seguir con su vida en la ciudad. Esa noche era tranquila, había mucho silencio y tenía conocimiento de que los señores Boomer estaban en casa. Había terminado mi rondín nocturno, me dispuse a tomar un descanso y me quedé dormido, me desperté cuando escuché gritos que clamaban por ayuda. Corrí tan rápido como pude y vi la residencia en llamas, escuché los gritos...

Me estremecí, Peter me sostenía de la cintura y podía sentirme segura en sus brazos pero eso no impidió que lo que escuchaba me tensara.

—Las llamas eran tan altas, el calor que desprendía tan intenso. Necesitaba ayudarlos pero no sabía cómo. Cabía la posibilidad de morir en el intento. Mientras decidía lo mejor que debía hacer, un hombre se acercó a mí. Le dije que debíamos de llamar a los bomberos en cuanto antes. Pero él negó y se rio de mí. "Ellos se lo merecen" fue lo que me dijo.

Peligrosa { #1 Saga Peligrosas }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora