3. Misión

4.8K 292 31
                                    

Flash Back

Mi padre y yo nos encontrábamos en Italia, más específicamente en la región de Calabria. Había comenzado a llover y estábamos esperando arriba del coche que la lluvia cesara. Venía de un día lleno de entrenamientos e historias sobre nuestra familia. No podía mentir, me gustaba esa vida. Podía sentir la adrenalina correr por mis venas, despertando mis sentidos, haciéndome sentir parte de la mafia. No podía imaginar cómo me sentiría cuando estuviera en una misión de verdad. Sin embargo, de mi mente no podía salir ese peligro al que estaría expuesta toda mi vida, intentaba no pensar demasiado en ello. De igual forma no había salida.

-Te está gustando todo esto, ¿verdad?

Sonreí a medias.

-Sí -me limité a decir.

-Tienes que estar lista, Angela. Cuando yo no este, inmediatamente tu seguirás mis pasos -explicó -Tú eras la única que podrá tomar mi lugar, ni siquiera Paul tendrá el derecho.

-¿Dudas de mis habilidades, padre? -pregunté con un aire de indignación.

-Claro que no -su mirada se endureció pero después sonrió -Eres buena para esto. Eres una líder, tienes una determinación y una intuición... - me miró con un brillo en sus ojos de color verde -me recuerdas mucho a tu madre.

Agaché la mirada al recordar a mi madre. Tenía muy pocos recuerdos de ella, pero los atesoraba con cariño. Guardamos silencio por un rato pensando en mi madre, en lo que hubiera sido, vivir sola con tu padre era muy difícil y más cuando su trabajo tenía un riesgo tan alto.

-¿Por qué la dejaste morir? -lo acusé. A veces no podía evitarlo y culpaba a mi padre de nuestra pérdida pero simplemente era un capricho, buscaba un culpable, alguien que estuviera involucrado para cubrir la verdad: ella siempre estuvo en peligro, como mi padre, como yo.

-Yo nunca quise que ella muriera... las cosas... se complicaron -suspiró.

Pudo haber hecho un mayor esfuerzo en protegerla, pensé. Y cómo si estuviera leyendo mis pensamientos él murmuró:

-No podía proteger a las dos.

Suspiré y una lágrima resbaló por mi mejilla. Me la limpié tan rápido como salió.

-¿No te hubiera gustado tener un hijo?¿Un varón? -cambié de tema. Hablar de mi madre siempre me deprimía.

Mi padre rio.

-¿Por qué lo dices, cara mia?

-Yo no tendría que ser tan ruda -rodeé los ojos.

Mi padre volvió a reír, me encantaba escucharlo reír. Todos pensaban que él era un viejo amargado, pero tenía sus momentos.

-Para ser sincero -tomó mi barbilla y me obligó, delicadamente, a mirarlo - a mí me gusta que las mujeres sean rudas, siempre y cuando conserven esa sensibilidad que tanto las caracteriza.

Me reí.

-Eso no contesta a mi pregunta, papá.

Él suspiró.

-Un hijo siempre es una bendición, y si hubieras sido hombre, claro que me hubiera puesto muy feliz, justo igual como el día en que me dijeron que serías una hermosa niña -me besó la frente -Ti amo, mi niña.

Lo abracé. Momentos como estos no eran muy comunes con mi padre, y cuando ocurría trataba de que fueran especiales.

-Ti amo, papá.

Peligrosa { #1 Saga Peligrosas }Donde viven las historias. Descúbrelo ahora