VIII

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En cuanto Hannah entró, pudo escuchar los silbidos y gritos de todos, y no puedo evitar rodar los ojos, chicos. Había entrado al vestuario de gimnasia de los chicos para encontrarse con Scott y Stiles. El primero había sido lo suficientemente amable para mandarle un mensaje diciendo que había pasado algo raro en su trabajo, y aunque Hannah supuso que Scott podía esperar a contárselo, ella no podía esperar a escucharlo.

—Hola chicos –dijo ella, sonriendo levemente al ver como Stiles se sobresaltaba sorprendido.

—Tú... aquí... ¿por qué? –tartamudeó Stiles.

—Scott me llamó –fue toda la respuesta de la chica.

—¿Y no podía esperar? –ella se encogió de hombros. Scott se adelantó y le contó todo lo que había pasado con un cliente que había llevado a su perro.

—Buscamos en todos lados –decía él –es como si se hubiera ido. Dejó su auto y su perro...

—Bien, ¿era...? ¿Crees que podría haber sido virgen? ¿Parecía virgen? ¿Se veía virginal? –Hannah suprimió una sonrisa ante las preguntas de Stiles.

—No, definitivamente no. Deaton me hace tener sexo con todos sus clientes, es una nueva política. –Ante las palabras de Scott, Hannah se echó a reír, pero a reír en serio. Tenía una risa escandalosamente tierna y contagiosa, no podía parar de reír. No recordaba que hubiera reído desde hace tanto tiempo, probablemente años. Stiles no pudo evitar mirarla embelesado, Hannah sonriendo de por sí era un milagro pero... ¿Hannah riendo? Era hermoso, ella era hermosa. Aun así sintió una punzada de celos, había sido Scott quien la había hecho reír de tal manera en lugar de él. Scott rió con ella por varios minutos, contagiado por su risa.

—Lo... lo lamento –dijo ella entre risas –pero no puedo parar. ¿Pero por qué hablan como si el chico estuviera muerto? ¿No pudo haber desaparecido o algo así?

—Y presuntamente muerto, porque probablemente sea virgen ¿Y sabes quién también es virgen? Yo. Yo soy virgen. –dijo Stiles, pero al recordar la presencia de Hannah volteó a verla avergonzado.

—¿Eres... eres virgen? –dijo ella incrédula.

—Sí... ¿tú no? –Hannah se sonrojó avergonzada y negó con la cabeza.

—Tenía 14 años –fue todo lo que dijo Hannah, desviando la mirada. Scott y Stiles voltearon a verla sorprendidos.

—¡Incluso ella no es virgen! ¿Sabes qué significa que yo sea virgen? ¡Podría morir! Mi falta de vida sexual amenaza mi vida. Necesito tener sexo ahora mismo, alguien debe de tener sexo conmigo hoy. ¡Debo de tener sexo ahora mismo!

—Está bien, yo lo haré –interrumpió un chico de la nada, Danny, creía Hannah que se llamaba. Stiles lanzó un grito sorprendido.

—¿Qué?

—Ven a mi casa a las 9, quédate toda la noche. Me gusta acurrucarme.

—Eso fue muy dulce, ¿bromeas?

—Sí, bromeo. –Hannah quien estaba suprimiendo la risa finalmente no pudo aguantarse y empezó a reír más, al punto de casi doblarse y agarrarse el estómago. Instintivamente enterró la cara en el hombro de Stiles, aferrando con sus manos su brazo. El chico se tensó al instante y Hannah al darse cuenta de sus acciones dejó de reír abruptamente, se separó y le dio una mirada a Danny como si nada hubiera pasado.

—No juegues con los sentimientos del pobre chico –dijo ella, ignorando la sensación que aún mantenían sus dedos de haber tocado a Stiles. No había tenido intención de hacerlo, simplemente lo había hecho pero al ver la reacción de Stiles se arrepintió, ¿en qué había estado pensando? –Bueno, yo... iré a cambiarme. Nos vemos.

Running /Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora