XXVII

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Hannah no había llorado en años. No había llorado cuando Víktor la había traicionado y le había roto el corazón. No había llorado en el funeral. No había llorado cuando estaba huyendo, sola, por el mundo. Pero ahora, tendida en el suelo, no podía parar de hacerlo. Las lágrimas se resbalaban por su rostro sin control, mientras la chica temblaba. Habían pasado minutos y ella no podía dejar de llorar; quería morir. Tan solo quería una forma de terminar su sufrimiento. Sentía como se estaba muriendo lentamente, como su cuerpo se quedaba sin fuerza y aun así el tiempo se le antojaba eterno.

Pero no solo lloraba por el dolor. Lloraba por las cosas que nunca pudo decir. Nos arrepentimos de las cosas que decimos cuando no queremos, pero las cosas que realmente tienen importancia son aquellas que nunca decimos aun cuando más queremos. Lloraba por lo que nunca le pudo decir a Víktor, a Ally, a Scott, a Derek, a Peter... a Stiles. Palabras que hubieran podido cambiar todo, o tal vez nada, pero que nunca lo sabría. Porque Hannah Mancini sabía que iba a morir; podía sentir como sus órganos daban lo último de si, como el cansancio se apoderaba de ella, como la sangre no dejaba de emanar de su vientre.

De repente, escuchó ruido y vio figuras moviéndose, pero estaba demasiado cansada como para poder identificar algo. Un rostro se posó sobre ella y el cuerpo de Hannah lo identificó segundos antes que su mente, reaccionando al instante.

-Hannieh –murmuró Scott, preocupado, mientras le quitaba el cabello empapado de sudor de la cara.

-Viniste –susurró ella sorprendida, tan bajo que apenas y fue audible para Scott, quien frunció el ceño al ver a Hannah tan débil.

-Tú me llamaste, por supuesto que iba a venir.

-Creí que... creí que no recibirías el mensaje –Hannah pronunciaba las palabras con esfuerzo, con la mano en el estómago, fingiendo estar mucho mejor de lo que en realidad estaba –Stiles.

-Viene en camino, nosotros nos adelantamos. Derek, Allison e Isaac se están haciendo cargo de los tipos malos, ¿sí? Él deberá de estar aquí en cualquier momento.

-¡No! No quiero que los lastimen, no. Scotty, no dejen que los lastimen.

Fueron interrumpidos por Stiles, quien corrió hacia Hannah en cuanto la vio. Era un desastre completamente. Stiles tuvo que reprimir las náuseas que le provocó ver a Hannah en ese estado. Estaba cubierta de tierra y sangre, sin ningún pedazo de piel limpio o sin heridas, tenía la ropa desgarrada, los brazos y las piernas con pequeños y grandes cortes, el cabello lleno de sangre al igual que el hombro, también notó una especie de herida de bala en la pierna. Pero lo que realmente lo desarmó fue el estómago de Hannah. La chica apenas y podía presionar su mano contra él pero pudo notar como la sangre no paraba de salir, de una manera espesa y podrida. Al acercarse a Hannah pudo confirmar lo que ya sabía, Hannah olía a muerte.

-Hann –susurró él, ignorando las miradas de Peter y Scott, quien se habían retirado a ayudarles a los demás en la pelea. -Stiles –dijo ella, y fue ahí cuando se quebró por completo y empezó a llorar frenéticamente–Me estoy muriendo. Lo puedo sentir.

-No digas eso, no. Te llevaremos con Deaton y estarás bien, te lo prometo –Hannah negó con la cabeza, sin creerle –Hannah, te prometo que estarás bien, ¿sí? Solo tengo que sacarte de aquí y Deaton hará una especie de operación milagrosa como siempre y mañana estarás como nueva. Haremos lo que tú quieras, prometo aguantar un maratón completo de Friends sin quejarme una vez y podemos comer un montón de palomitas y helado de chocolate con chispas, aunque sabes que lo odio. Mañana estarás perfectamente bien, ¿vale?

Running /Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora