XXVIII

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- Cuando conocí a Víktor no estaba en mi mejor momento. Mi hermano mayor, Harry, acababa de terminar la preparatoria y había huido sin decirle nada a nadie. Nunca le gustó todo el asunto Beta con el que nos habían criado, así como el hecho de ser lobo. Él siempre odió eso, supongo que fue por eso que se fue. Así que mis padres incrementaron mi entrenamiento, al ser la segunda hija. Los entrenamientos eran... pesados, por decirlo dulcemente. Eran estrictos, mucho más mi madre, que era la que estaba más enfrascada o más bien más obsesionada con lo de ser Beta. Los gemelos se habían distanciado mucho de mí y habían dejado mi manada por la manada del hermano de Víktor, Alek. Además de que había sido educada en casa toda mi vida y apenas entraría a la preparatoria sin saber nada de las personas. Había visto películas y sabía más o menos a lo que me enfrentaría, pero ninguna se asemeja a la realidad en la que viví. Las personas eran crueles. No me comportaba como una chica normal porque nunca fui una chica normal. La mayoría de la gente me dejaba en paz y solo hacían comentarios al azar cuando pasaba; decían que era rara. Nunca había socializado con humanos y no sabía cómo hacerlo. Mi hermano, al querer ser humano más que nada, había encajado perfectamente con ellos. Yo, en cambio, era un bicho raro.

Había un grupo de chicas, particularmente, que disfrutaban hacer de un infierno mi vida. Empezaron con cosas inocentes, como cuchicheos entre ellas, ponerme el pie cuando pasaba, cosas por el estilo. Pero cada vez eran más intensas, más malas y yo no sabía cómo pararlas. En aquel entonces yo todavía era muy inestable en mis transformaciones y cualquier pequeñez me hacía querer desgarrarle las gargantas con mis dientes, aun así intentaba controlarme. Un día, me vieron platicando con un chico, ni siquiera recuerdo su nombre, solo sabía que era particularmente atento conmigo. Siempre me buscaba después de clases con pretextos tontos para hacerme conversación, totalmente inocente. A eso sí estaba acostumbrada. Los lobos somos depredadores, y como los depredadores más letales, tendemos a ser atractivos. Desde pequeña he sabido que soy... más bonita que el humano promedio, supongo, pero es simplemente por el hecho de que nací para eso. Nací para llamar la atención y que así sea más fácil acabar con mis presas, tan cruel como suena.

Una de las chicas había estado enamorada del chico desde toda la vida y esa vez que me vieron platicando con él fue la vez de que al pobre tonto se le ocurrió intentar besarme. Inmediatamente lo rechacé, pero eso pareció enojar aún más a las chicas. Se limitaron a esperar a que terminara mi última clase y a encerrarme en el salón de clases para golpearme, pero supe escabullirme de ellas y salir. Tenía miedo por ellas, pues sabía que no podría controlarme. Pero los insultos siguieron, persiguiéndome por el pasillo, y no fue hasta que una chica mencionó algo sobre Ethan y Aiden que realmente me enfadé. Me volteé enojada, con los ojos dorados brillando intensamente y con las garras en alto. Estaba a punto de desgarrarle la garganta a esa maldita perra cuando una mano me detuvo, posicionándose en mi hombro.

Conocí a Víktor desde el primer día de escuela. En sus palabras, según me dijo después, me vio ese primer día, en ese mismo pasillo, con los libros en las manos, hablando brevemente con los gemelos. Dijo que había sido la criatura más hermosa que había visto, pero lo que realmente capturó la atención fue que tenía "el infierno desatado en mi mirada". Recuerdo que esa vez cruzamos miradas. Él estaba entrando a la escuela, con Alek a su lado, quien inmediatamente les hizo una seña a los gemelos para que le siguieran, abandonándome. Yo evadí su mirada y me fui.

Víktor rápidamente despidió a las chicas con la mirada, intimidándolas por completo.

"Estabas a punto de matarlas." Me dijo él sin el tono de voz que yo esperaba, sonaba casi divertido con el hecho.

"Podrán decir lo que quieran de mí, pero nadie habla mal de Ethan y Aiden" Le dije más firmemente de lo que esperaba. Víktor me intimidaba desde un principio, y nunca me dejó de intimidar, en realidad. Pero una extraña clase de respeto se mostró en su rostro tras mis palabras.

Running /Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora