1. ¡TENGO APELLIDO!

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1. ¡TENGO APELLIDO!


Salí casi corriendo de la gala. ¿Cómo podía ni siquiera pensar que tenía una posibilidad de ganar el premio? El guardia me dio mi abrigo y me abrió la puerta para que pudiera salir. Estaba muy cabreada con Vanessa y conmigo misma pero aun así le dediqué una sonrisa de gratitud.

—Sofia, espera —gritó Alice detrás de mí. 

Consideré la posibilidad de ignorarla, pero no puedes ignorar a tu mejor amiga, así que mientras me ponía mi abrigo de invierno esperé a que el guardia le diera también el suyo. 

—Te juro que pensaba que lo ibas a ganar tú —dijo. Cogió mi brazo y me guió hacia la calle.

El frío me cogió por sorpresa. Temblando un poco, subí la cremallera para protegerme de la fría brisa de invierno. Empezamos a caminar por las calles desiertas de Londres.

—No me importa —Intenté convencerme a mí misma—. Un premio no decide si eres una buena espía —Alice me miró, adivinando cómo me sentía en realidad.

—Esta es la actitud. Aunque creo que quizás fue por como terminaste tu último entrenamiento—sonreí al recordarlo.

—Era joven e inexperta —respondí. Acabábamos de salir y ya tenía las manos heladas. Cogí los guantes que siempre guardaba en mi bolsillo y me los puse.

—Fue hace un mes —Alice rió—. Vamos a la residencia, ¡estos tacones me están matando! 

—Ves, mis zapatos de yaya triunfan.

—Ya, pero a mí me gustaban estos zapatos.

Cuando por fin alcanzamos el familiar edificio, estaba segura de que mis mejillas y mi nariz estaban más rojas que la de Rudolf el reno. La "residencia" no era un simple orfanato. Una veintena de adolescentes vivían bajo ese techo, entrenando para convertirse en espías un día y haciendo pequeñas misiones de vez en cuando. La idea es aprovechar que la gente nunca sospecharía de unos inocentes críos.

Agradecidas por el aire cálido que nos ofrecía nuestra «casa», subimos por las escaleras hasta el tercer piso, donde Alice y yo compartíamos habitación.

Una vez cambiada, me dejé caer sobre mi pequeña cama y me dormí casi al momento.

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El día siguiente nos encontrábamos todos en el comedor a las siete de la mañana a pesar de haber ido a dormir tarde por la fiesta. Cuando eres espía o aprendiz de espía, los días empiezan temprano. En mis vaqueros ajustados negros y el jersey de lana gris me sentía mucho mejor que con el vestido del día anterior.

Terminamos de comer y nos sentamos alrededor de la tribuna. Esperábamos ansiosos que nos dieran nuestro nuevo trabajo. ¿Y cuál era ese trabajo? Era una mezcla entre agente encubierto y guardaespaldas. ¿Y qué hacíamos? Proteger a hijos e hijas que podrían estar en peligro haciéndonos pasar por sus amigos. El Agente Black ya nos había avisado que seguramente la gran mayoría tendrían padres y madres con cargos o trabajos importantes. Todo el mundo dejó de hablar cuando entró el Agente Black.

El Agente Black era el jefe de la operación «Teen Spy» y era respetado por todo el personal de la MI6 (agencia de inteligencia exterior del Reino Unido) y de la MI5 (agencia de inteligencia interior del Reino Unido). Yo trabajaba para la MI5, pero muchas veces las dos trabajaban juntas.

—Bienvenidos a una nueva edición de la operación TS —Su voz resonó por todo el comedor—. En unos minutos os vamos a repartir vuestros casos y empezaréis esta nueva etapa. Pero antes, los de la oficina queríamos felicitar a Vanessa por obtener el mejor resultado en su último entrenamiento —aplaudí un poco por cortesía. 

Agente LewisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora