18. RIVALIDADES

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18. RIVALIDADES

Mi cabeza estaba apoyada sobre una mesa y notaba unas esposas alrededor de mis muñecas. No abrí mis ojos. Me habían dejado en una posición muy incómoda. Escuché mí alrededor. Sentí pasos, una puerta que se abría, los pasos acercándose y de repente alguien me tiró un cubo de agua encima. Instintivamente intenté apartarme de la mesa. Lo único que conseguí fue hacerme daño con las esposas a las muñecas.

- Mira quien está despierta. - dijo el hombre aún con el cubo en las manos. Detrás de él entró otro y cerró la puerta. Tuve que respirar profundamente para contener mi cabreo.

Estaba empapada. Mi cabello, camiseta y vaqueros estaban completamente mojados. El agua goteaba de la mesa al suelo y se estaba formando un pequeño charco debajo de mis pies. ¿Era estrictamente necesario despertarme con un cubo de agua? En cuestión de segundos mi pelo estaba ligeramente ondulado. Me pasaba siempre que se mojaba.

Tenía muchos comentarios sarcásticos en mente pero decidí no contestar. Escondí todas mis emociones debajo una pokerface y me senté correctamente. Los dos hombres se sentaron en las dos sillas al otro lado de la mesa. Parecían jóvenes. Quizás si no tenían mucha experiencia sería capaz de engañarlos de alguna forma.

- Así que, Sofia, ¿quieres ahorrarnos tiempo y decirnos para quién trabajas?

¿Cómo sabían mi nombre? Mi sorpresa debió de atravesar mi expresión sin emoción porque el otro hombre sonrió satisfactoriamente (de una forma que me vinieron ganas de darle un puñetazo en la cara) que se convirtió en una mueca de dolor a causa del moretón en su mandíbula. En aquel momento era mi turno para sonreír porque aquel moretón, lo había causado yo al darle un puñetazo en la cara antes de drogarme. Su sonrisa desapareció y fue reemplazada por una mirada asesina.

- Ariana Rogers gritó tu nombre cuando caíste al suelo. - continuó el primer hombre.

Así que sabían el nombre de Ariana. Eso no podía ser bueno. Por otra parte lo suponía. Querían secuestrarla por lo tanto era muy probable que supieran mucho sobre su vida. Con un poco de suerte no descubrirían nada sobre de mi.

Cuando el primer hombre vio que no iba a decir nada, prosiguió para coger una bolsa de plástico que guardaba en una mochila. Dentro la bola de plástico transparente había mi móvil y el bolígrafo.

- ¿Cuál de los dos tuvo la gran oportunidad de dejarme estrenar mi genial bolígrafo? - pregunté hablando por primera vez.

Había decidido abandonar la cara sin emoción y decidí darles mi mejor sonrisa satisfactoria. Ninguno de los dos contestó pero el primer hombre miró al que tenía el moretón en la mandíbula. Ese se llamaba Luke. Vi su nombre cuando se quitó la chaqueta ya que lo tenía escrito junto con la etiqueta. Del otro todavía no tenía ninguna información pero tenía una sospecha. Por debajo de la mesa, le di una patada en el estómago. El hombre que no se llamaba Luke se encorvó y bufó de dolor. Tal y como sospechaba, si Luke era el que se había llevado el ataque del bolígrafo, el otro era el que le había posiblemente roto una costilla. Y al parecer tenía razón. Sonreí maliciosamente a Luke cuando se levantó para alejarse de mí.

Hablaron un momento en voz baja y luego decidieron seguir con la interrogación aunque el que tenía la costilla rota se quedó en la esquina, lo más lejos de mí posible. Luke volvió a acercarse a la mesa pero no se sentó. Se apoyó con sus dos brazos y me miró.

- ¿Tienes miedo de sentarte? - seguí fastidiando.

- ¿Por qué seguías a Ariana Rogers? - ignoró mi pregunta.

- ¿Por qué la seguías tú?

- Yo hago las preguntas aquí.

- Pues no lo parece, Luke.

Agente LewisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora